jueves, 31 de diciembre de 2015

Un año más.

He vivido con el corazón helado, agarrado con fuerza por tus manos. He escapado de ti, de tu invierno para llegar a uno peor, para llegar a una era de glaciación que me ha helado hasta los huesos. He vivido sin aire y con el entorno presionando mis pulmones para no dejarme respirar. He vivido muerto y he renacido de las cenizas. He visto circular el fuego por mis venas hasta el corazón y he sobrevivido a un deshielo. He encontrado aire cuando mi corazón se apagaba y mi cuerpo se rendía. He perdido el apetito, peso y ánimo. He aprendido qué es el desamor y el amor mutuo. He aprendido que no hace falta huir para vivir, pero he tenido que hacerlo para olvidarte. Me he ido para no volver y he vuelto. He hecho daño y he pedido perdón con hechos y no solo con palabras. Me han hecho daño con hechos y palabras y he perdonado.

He conocido tus ojos y he visto llegar la primavera en ellos. He visto crecer las flores entre nuestros cuerpos vestidos y desnudos. He recorrido tus clavículas, tu cuello, tu cuerpo con mis manos. Me he abierto el pecho por ti y te he dejado sobrepasar todas mis barreras.  Te he mostrado mi alma y cama. He recorrido calles contigo de la mano y he recorrido cada una de tus calles. Conozco todas tus esquinas, tus destrozos y tus monumentos. He empezado una obra en tu interior, le llamo futuro juntos, y he empezado una restauración interna en la que tú eres el obrero. He sentido el fuego del dolor y el de tus labios. Me han incendiado de odio y de amor, sobre todo de amor. Me he vuelto dependiente de alguien para poder vivir y he conseguido seguir sin ayuda.

He visto llegar el verano en el calor que me transmiten tus ojos y he visto el mar ondear en ellos y como un niño salte desde mi precipicio directo a tu mar. He amanecido y he visto irse al sol a tu lado. He conocido mi verdadero yo, aquel que había perdido. He visto la luz al final del túnel andando en sentido contrario y he salido de él rompiéndolo. He echado de menos, y de más. He caminado bajo la luna llena, solo y acompañado, y he visto a hombres lobo salir con sus garras a destrozarme.

Se han caído las hojas encima de mí en otoño y he caído yo sobre ellas. He caído y he caído y he caído y he caído y he caído y me he levantado, me he levantado con y sin ayuda. He hecho caer a personas y he decepcionado a muchas otras. Me he decepcionado a mí, una tras otra. He sido un error y he hecho errar a otros. Me he esforzado con todo mi ser y no ha servido de nada. He arriesgado personas para conseguir propósitos y no he conseguido nada. Me he sentido inútil, día tras día, hora tras hora… Y lo he sido. He sonreído a gente que me ha amargado la vida y lo sigue haciendo. He aguantado miradas de asco, de odio y de decepción que he recibido por todos lados, y yo he enviado otras cuantas. Me he ahogado en estrés y en el montón de pelos que he perdido. Me he sentido ignorado y he vivido ignorando mis sentimientos para poder seguir adelante. He pegado paredes y me han pegado en el alma.

He visto volver el frío del invierno entre mis dedos y no he podido huir de él. Mi piel se ha puesto de gallina en cada sentimiento y me la he desgarrado. He visto caer cascadas de tus ojos que me han roto el alma y me han roto el alma hasta que han visto la lluvia en mis ojos. Me han recordado lo poco que valgo mi entorno y mi cabeza. Me han animado a no rendirme muchos otros. He estado al borde del precipicio muchas veces, a punto de dejarlo todo. Algunos me han empujado, otros me han aguantado, pero sigo en el borde. Me han hecho feliz y me han impedido serlo. He visto mentalidades que deberían ser extirpadas y he visto otras que me han enamorado. He conocido las ruinas de Roma a parte de las mías internas. He paseado bajo las luces de Navidad de tu mano y te he besado delante de todos. Me han sacado sonrisas sinceras y he ocultado el dolor detrás de otras no tan sinceras.


Sigo viviendo.

C.

domingo, 29 de noviembre de 2015

Una caricia.

Una caricia en el alma.
A veces solo necesitamos eso, que alguien agarre nuestra alma con las dos manos, nos mire a los ojos y nos diga: “No voy a dejar que te caigas, ni tú ni ella.”
Y así llegaste tú, con mil caricias arreglando mi alma rota.
Como un niño pequeño me aferré a tu alma.
Y tú a la mía.
Nuestras almas, pequeñas e insignificantes perdidas en un mundo derruido por la locura, se unieron con toda la fuerza del mar para no ser separadas jamás.
Que ya no sé diferenciar cuál es tu alma y cuál es la mía.
Y me encanta.

Dejémonos de almas y acaríciame el cuerpo.
Quiero sentirte en cada poro de mi piel.
Quiero sentir tus manos recorriendo mi cuerpo.
Quiero sentir el sabor de tus labios pegados a los míos.
Quiero ver tus ojos verdes en los que me pierdo como un tonto.
Quiero oler tu cuello e impregnarme de él.

Está bien sentirte con el alma.
Pero mis sentidos te echan de menos.
Ven.
Quiero sentirte con los dos.
Quiero sentir la perfección.
Tú.

C.

sábado, 14 de noviembre de 2015

XI - Tratado de paz.

Mis pies en la tierra
Pero volando sin alas
Mientras ando al lado tuyo
Mirando el cielo lleno de astros
Como los que ocultan tus ojos
De ese color tan vivo
En los que me pierdo
Cada segundo a tu lado.

Ando sostenido por tus manos,
Que evitan que salga al vuelo,
Cuando me das esos besos,
Más mágicos,
Que tu ser entero.
Que a tu lado vuelo,
Aún sin tener alas,
Que a tu lado soy mar,
Aún siendo un charco.

Que me rompieron las alas
Pero contigo no hacen falta,
No hace falta nada más
Que penetrar en tu mirada,
En tu planeta,
Ese que escondes a los demás
Y que a mí me enamora
Como al que más.
Que tú restauras
Esas ruinas perdidas
Causadas por esa guerra
Llamada amor,
En la que el vencedor
No fuimos ni tú ni yo,
Sino el dolor.

Y tú, que viniste corriendo,
Rompiendo puertas y esquemas,
Dejando salir mi fuego interior,
Disparando balas
Directas al centro de mi corazón
Que circulan por mis venas
Más veloces que un avión,
Acabaste con la guerra,
El dolor,
Firmando la paz
Dejando entrar al amor.

Recuerdo de lo perdido, C.

sábado, 1 de agosto de 2015

X - Tú.

Hoy mi cama huele a ti,
A tarde de domingo,
A soledad
Porque no te tengo
Al lado de mi almohada
Esperándome  Esperándonos.
Porque te vas,
O porque ya no estás.
Porque te echo de menos,
Y de más,
Y de todo.
Porque quiero que vuelvas,
Que me mires y me sonrías,
Que me alegres los días,
La vida.
Quiero perderme en tus ojos,
Volar en ellos,
Naufragar con el barco
En tus párpados
E impactar con el meteorito
Que me lleva a todo fuego
Contra tu cuerpo.
Quiero fundirme
Contigo
Al abrazarte,
Al besarte,
Al quererte.
Porque si me estrello,
Quiero que sea contigo.
Porque si me estampo,
Quiero que sea en tu cuerpo.
Porque me da igual arder,
Herirme,
Derruirme,
Si es por quererte.

Recuerdo de lo perdido, C.

martes, 28 de julio de 2015

Futuro.

El futuro me ahoga, o el miedo. El miedo a no ser lo que quiero ser, a perderme, a perderte. No paro de pensar en el futuro, y sé que odias que lo haga porque me roba el presente. Mi presente, el tuyo, el nuestro.  Pero no puedo evitarlo, me ahoga y no puedes ignorar a aquello que te ahoga, te paraliza, te quema. Porque me quema, el futuro quema cada parte de mi ser dejando cenizas que vuelan con el viento sin saber a dónde se dirigen. Como yo, no sé a dónde me dirijo ni dónde voy a acabar pero en todos los finales veo un naufragio, el naufragio de mi barco por la tormenta de mis ojos. Pero no puede naufragar, porque tú navegas en él y no puedo perderte. Y tengo miedo, miedo de que mi miedo nos separe, miedo de que te canses de ir en un barco inestable que a la primera ola vuelca. Y escucho en mi cabeza tus palabras diciéndome: “Si pierdes el control yo dirigiré este barco, seguiremos a flote. Y si naufragamos yo seré tu salvavidas.” Y los miedos desaparecen, temporalmente porque el futuro es inevitable pero a tu lado se sobrelleva. Y joder, ¿cómo no puedo quererte?

El futuro es como un viaje sin destino fijo, un viaje en avión en busca de tierra firme donde aterrizar. No, es como saltar de un avión sin paracaídas, viviendo a toda velocidad esperando el momento de estrellarte. Y tengo miedo de estrellarme, destrozarme, que vuelvan las ruinas que tú restauraste, que se hagan heridas nuevas… Miedo de que el avión que lleva mi futuro se estrelle. Y sé que hay salidas de emergencia pero tengo miedo de que acabe lejos de mí.

El tic tac del reloj me ahoga. Tic, inspira, tac, expira. Y entonces empiezo a hiperventilar a la velocidad del reloj. Corro en el huyendo de las agujas que avanzan rápidamente hacia mí, y me atropellan.  Corro a contrarreloj para ver si el tiempo retrocede, evitar el futuro y vivir en el presente eternamente. Pero llegará un momento en el que el futuro será mi presente, y tengo miedo de vivir el presente que no quiero. Tengo miedo de que el futuro que quiero no llegue nunca. Miedo de que el camino por el que avanzo acabe en una calle sin salida y tenga que coger otro, el plan B. Y yo no quiero el plan B teniendo el plan A. No quiero que mis planes se desmoronen y acabar en el plan Z, en el menos deseado. Y sé que hacer planes no servirá de nada, que todo acabará siendo una improvisación. Y tengo miedo de que esa improvisación destruya mi interior, acabar siendo el monstruo que tanto temo, que la oscuridad ahogue e invada mi interior.

Querido futuro,
Deja de doler por favor.
No destruyas a este niño soñador.

IX - La chica de fuego.

Hoy he visto 1001 galaxias,
225 planetas
Y 312 estrellas
Estando a tu lado,
Mirando tus ojos
Rojos
Por el fuego
Que quema tu cuerpo
Por el amor,
El miedo,
El fracaso.
Y tú solo ves fuego
Que te consume
En tu reflejo
Y yo veo constelaciones,
Un universo entero,
El universo más precioso
Jamás visto
Por estos ojos,
Ni por los de cualquiera.

Recuerdo de lo perdido, C.

Tus ojos.

Todas las noches observo el oscuro cielo y admiro cada una de sus estrellas esperando encontrar tus ojos en ellas. Y no te alcanzo y mis ojos se vuelven agua donde me ahogo. Intento nadar entre la tormenta, llegar a tierra firme. Las olas chocan contra mi cuerpo y lo golpean hasta cansarlo, pero sigo nadando. Sé que después de la tormenta viene la calma, sé que si sigo nadando llegaré a tierra firme. Llegaré a tus ojos, al mar tranquilo donde las heridas cicatrizan. Y sigo nadando por ti, por mí.

martes, 30 de junio de 2015

Universos.

Hoy me perdí. Me perdí en las galaxias de tus ojos, en tu infinito universo interior. Buscaba un hogar donde habitar, donde refugiarme de este agujero negro que absorbe mi ser. Que ya no sé si soy una estrella o un asteroide a la deriva. Ahora, en tus ojos, me siento cohete en expedición buscando su lugar. Y no hay mejor lugar que donde estés tú. Sí, hoy me perdí y me encontré. Encontré un planeta habitable en una galaxia que tiene tu nombre. Ahora resido en él, donde la oscuridad no tiene lugar y las estrellas brillan con la fuerza del fuego. Y sé que un día esas estrellas acabaran en una supernova y se apagaran. Quieras o no la luz de las estrellas no es infinita, un día se apagaran para dejar brillar nuevas con más fuerza. Y sé que yo me apagaré con ellas.

La manera en que llegué a este planeta es desconocida. Algunos hablan de cohetes, yo hablo de cometas. Fui una estrella apagada caída del cielo que se ilumino con la fuerza del fuego al caer, me volví meteorito. Y por ese momento me sentí indestructible mientras me degradaba por la potencia de las llamas que me rodeaban. No todo el mundo sobrevive a un impacto, al destrozo. A veces la fuerza del choque es la que te da la necesaria para continuar. Acción, reacción.

Me cansé de orbitar alrededor del resto, de depender de la existencia de otros, de sentirme inferior. Ya no soy satélite, ahora soy estrella. No orbito alrededor de ningún cuerpo, ni ningún cuerpo orbita a mi alrededor. Soy libre, somos libres. Brillamos con luz propia no con la del resto.  Aún así hay momentos en los que nuestras trayectorias se cruzan y no puedo evitar cambiar de ruta, seguir tu camino y avanzar a tu lado. Sin orbitar el uno al otro, sin impactar. Siendo libres pero unidos.

¿Sabéis el dolor que se siente al ser un asteroide minúsculo al lado de planetas inmensos? ¿Y el dolor que se siente al ser asteroide y querer ser planeta o estrella y no poder? A veces ese dolor aumenta hasta alterar mi núcleo interior que desencadena su autodestrucción e implosiono dejando los restos de lo que un día fui esparcidos por todo el universo. Y estos fragmentos viajan, se alejan los unos de los otros empezando una nueva vida lejos de aquí. Algunos los llaman casos perdidos, yo les llamo segundas oportunidades.

En este planeta ya no me considero ni asteroide ni estrella, ni galaxia ni universo. En este planeta solo soy un alma que busca vivir la vida que le quitaron los astros por sentirse inferior. Ahora, esta alma en pena restaura las heridas que le ocasionó el impacto de su cuerpo celeste, esa estrella apagada en forma de meteorito incendiado. Ahora ya no pertenece a ese mundo. Ahora él es su propio mundo. Aspirar a estrella está bien, a galaxia increíble pero para qué aspirar a menos cuando eres un universo, un mundo entero. Solo tienes que mirar en tu reflejo, en tus ojos. Ahí tienes todo lo que deseabas ser, un universo infinito y no hay nada mejor que tu universo. Porque este planeta al que he llegado se llama pupila, mi pupila.

domingo, 24 de mayo de 2015

Casualidades.

Avanzamos creyendo que nos guía algo llamado destino. Creemos que el tiempo nos fluye hasta una meta predefinida desde el inicio de nuestra existencia. Creemos que el tiempo es un río que nos arrastra implacable hasta el fin. Qué estupidez, ¿no? ¿Qué gracia tendría vivir si todo estuviese planeado?

Quizás sea yo el estúpido por creer que vivimos de casualidades. Por creer que no es el estúpido destino al que debemos darle las gracias sino a nuestras acciones. Por creer que nada está predefinido, ni siquiera tu propia existencia. Todo son casualidades. Solo podemos darle las gracias a algo, a nosotros mismos y al tiempo. Sí, a ti querido tiempo, por empujarnos a actuar sin pensar. Si nuestro tiempo fuese ilimitado no actuaríamos según nuestros instintos, pensaríamos cada una de nuestras acciones al milímetro y con ello perderíamos las preciosas casualidades que nos regala la vida al actuar con el corazón y no con la mente. ¿Por qué actuamos más con la mente que con el corazón?


Siempre avanzamos hacia lo seguro sabiendo que no es el camino que queremos pero sí el único que creemos poder superar. ¿Sabéis qué os digo? Que estoy cansado de guiarme por la razón y no por el corazón. Estoy cansado de ser el tonto que todo lo quiere hacer correcto y se queda en eso, en un intento. Estoy cansado de avanzar error tras error, porque en eso consiste mi vida. Todo por creer en mi mente, esa que me tortura día y noche con tu recuerdo y mis miedos. Ahora, pobre mente, ya no tiene nada con lo que derrumbarme. Todos los días te oigo llorar mientras el corazón te dice: “Lo siento guerrera, esta batalla la has perdido, ahora soy yo la que gobierna esta tierra desolada creada por tus garras. Ahora soy yo quien reconstruye y no destruye. Ahora soy quien actúa.” Y tiene razón, suficiente daño has creado ya, ahora deja un periodo de reconstrucción antes de volver a la destrucción sin sentido de mi pequeño cuerpo y de mi gran interior. Pero quiero avisarte, quizás lograste romperme una vez, y quizás lo vuelvas a lograr si no me reconstruyo antes, pero tenía la guardia bajada. Ahora, querida mente, si atacas prepárate porque el contraataque te va a doler. Ahora no lucho solo, o eso quiero creer. Puede ser que mi cuerpo siga siendo el mismo y que mi corazón siga igual de frágil, pero sigue latiendo. Late porque estás tú, mi pequeña casualidad, porque cicatrizas las heridas. Mi corazón late al ritmo del tuyo porque está perdido y necesita un guía para no pararse. Tú, mi pequeña casualidad, me das la vida. Me das las fuerzas que me faltan, o que no tengo. Llegaste por un instinto, porque tu corazón quería que me hablaras y el mío que lo hicieras. Llegaste de improvisto y directo como una flecha pusiste tu bandera de: “Ahora estoy aquí, quien ataque se las tendrá que ver conmigo.” Y el instante después pusiste el cartel de reformas. Me escogiste a mí, a ese destrozo perdido que su sonrisa revelaba felicidad y sus ojos pedían ayuda a gritos. Ahora me doy cuenta de que mis ojos no pedían ayuda, te pedían a ti porque ignoraba mis latidos a destiempo que me susurraban que te hablara. Los ignoraba porque en mi cabeza sonaba la alarma de: “Peligro por derrumbe, salgan todos de esta sala.” Temía el dolor, temía dejarte entrar y que tus bombas llamadas palabras estallaran e incendiaran mi interior con más fuerza que el escozor que causa el dolor. Temía que las heridas que no podían cicatrizar por falta de plaquetas aumentaran en número. Pero no solo temía mi dolor, también temía que mi derrumbe arrasara contigo. Pero tú, con tu magia interna, me hiciste ver que valía la pena arriesgar. Me hiciste ver que cuando estás estancado solo hay que cambiar la perspectiva. Y eso hice, apagar la mente que controla mis ojos y avanzar con el corazón. Y mi corazón, atraído por el palpitar del tuyo, se lanzó como un loco sin temer a la caída que mi mente tanto esperaba. Y cuando pensé que ya era el fin me encontré entre tus brazos. Y entonces fui yo quien puso la bandera de: “Arriesgaría mi ser por ti.”

domingo, 17 de mayo de 2015

Mi pequeña casualidad.

“C., ahora hace un año según me has contado que nació tu blog. Un blog lleno de emoción, sentimientos y sobretodo arte, puro arte, porque todo lo tuyo es hermoso. Eres lo mejor que existe.

Te prometí que para este día tan especial para ti escribiría algunas de las muchas cosas que haces por mí y eso es lo que intentaré. A mí no se me da tan bien escribir como a ti pero intentaré hacerlo lo mejor que pueda, no esperes mucho.

Para empezar le has dado un giro a mi vida cuando más lo necesitaba, estaba cansado de siempre lo mismo, de pasarme los días en casa encerrado, enjaulado en el despacho esperando a que alguno de mis amigos se decidiera para hacer algo distinto a pasarse el día jugando al LOL. Y en ese tiempo de oscuridad de mi vida te encontré a ti, brillando sólo y decidí seguir tu luz, y creo que es la mejor decisión que he tomado en muchos años. Y aunque hace muy poco que hablamos te has convertido ya en una de las personas más importantes de mi vida y te quiero muchísimo.

Desde que lo nuestro empezó siempre has estado a mi lado, en mis momentos buenos y también cuando me hundía en la tristeza. Siempre estás a mi lado y no quiero que esto cambie.  No me veo capaz de seguir escribiendo porque estoy llorando otra vez.


Te quiero muchísimo C.,  no dejes nunca de ser como eres y tampoco dejes nunca de escribir.”

Hoy es un día importante para mí, hace un año mi blog, este blog. Estuve pensando qué podía hacer especial pero mi creatividad es pésima así que os dejo este texto. No es mío, es de mi mejor amigo. ¿Qué mejor que compartir los buenos momentos con la gente que quieres? Desde aquí, desde esta pantalla de ordenador quiero proclamar al mundo entero, al universo si hace falta, que es lo mejor que tengo. Sí, tú, eres lo mejor que tengo. Gracias por llegar cuando más lo necesitaba, por seguir a mi lado día tras día, por no abandonarme en esta batalla llamada vida. Sé que no soy suficiente, que te doy menos de lo que mereces, pero quiero decirte que aunque no lo demuestre te quiero, que estoy aquí para lo que sea. Mi pequeña luz no brilla nada al lado tuyo. Muchas gracias por todo, por existir, por encontrarte. No hay día que no le dé las gracias al destino o a la casualidad que me hizo encontrarte. Quiero que sepas que si la vida es una batalla yo soy tu escudo, soy tu guerrero número 1, porque mi vida es la tuya y no quiero vivir una vida en la que tú no existas.

Te quiero mucho M., C.

VIII - Mi viaje, nuestro viaje.

El mar de tus ojos,
Radiantes por el sol
O tu luz interior,
Arrasa con mi voz
Dejando un ahogo
Tan profundo
Como el abismo
De mis ojos.
Tu mar revoltoso
Agitado por el viento,
Por mi viento,
Por mi caos,
Porque chocamos
Como dos átomos
Excitados,
Busca ser parado,
Frenado del terremoto
Que provoco
A tu interior.
En tus ojos naufrago,
Buscando el camino
Que me lleve vivo
Hasta tu ombligo
A salvo del peligro.
Un salvavidas busco,
O tus brazos,
Esperando no ser soltado,
Ser salvado
De caer al abismo
De tus ojos.
Tus ojos ahora cielo,
Me dejan volando
Por un mundo
Que no conozco,
Por un universo
Nuevo y recóndito
Que me deja cegado
Por su brillo.
Viajo en un avión
Circulando en tus ojos
Directo al sol,
A tu corazón.
Mientras espero,
Dormido hasta los huesos,
Abrazado a un recuerdo,
Descansando entre tus brazos.
Solo espero
Y quiero,
Que este avión
No se quede estancado
En el mar de tus ojos,
En tu cielo,
Y poder vivir de ese recuerdo,
De tú y yo,
De tu universo,
De tu orden en mi caos.
Solo espero,
Poder seguir viajando
En tus ojos,
En tu barco,
En tu avión,
En cualquier sitio,
Pero contigo.

Recuerdo de lo perdido, C.

miércoles, 13 de mayo de 2015

VII - Tú, mis latidos.

Siempre estás ahí,
En el fondo de mi corazón,
O yo del tuyo,
Donde me ves vivir
Y morir,
Donde sientes la presión
Y la aceleración,
Donde te siento
Porque jamás te pierdo.
Siempre estás ahí,
En mi corazón,
Al ritmo de mis pulsaciones,
De sístole y diástole,
Danzando con mis latidos,
Sufriendo con los soplos
Que me produce
Este ahogo.
Siempre estás ahí,
En el ventrículo derecho
Relajándolo,
En el ventrículo izquierdo
Acelerándolo.
Siempre estás ahí,
Recorriendo mis venas,
Circulando las carreteras
De mi cuerpo,
Ahora vivo,
A toda velocidad.
Vivo porque estás tú,
Porque circulas mi sangre,
Porque tapas mis heridas
Con tus preciosas plaquetas
Llamadas palabras.
Vivo porque ya no me desangro,
Porque desangrarse es perderte
Y  no puedo
Ni quiero
Perderte,
Olvidarte,
Ahogarme.
Siempre estás ahí,
En mi sangre,
En mis glóbulos rojos,
Perdiendo el núcleo,
O el sentido,
Por mí,
En los glóbulos blancos
Defendiendo mi cuerpo,
Eliminando amenazas
Que cazas
Con tu mirada
Por mi mirada.
Siempre estás ahí,
Y quiero creer
Que seguirás aquí
Manteniendo vivo
Este desastre,
Este caos,
Que sigue latiendo
Por ti.

Recuerdo de lo perdido, C.

jueves, 30 de abril de 2015

Existencia en polvo.

Mi existencia es como el polvo, pequeñas partículas invisibles a los ojos del resto, incluso los míos, que buscan unirse para poder entenderse pero el propio soplo del viento los separa aún más. Quizás algún día la brisa del mar sople con el perfecto vaivén de las olas haciendo unir cada pequeño pedazo de mi ser. Quizás esta unión explique el por qué de mi existencia o quizás solo cree más dudas. Ahora mi cabeza es un caos, un cúmulo de pensamientos caóticos que se golpean entre ellos queriendo posicionarse en el puesto número uno del causante del dolor. Olvidan que el puesto número uno ya lo ocupo yo, o mi existencia. Quizás existir sea sinónimo de dolor, que anden cogidos de la mano como la vida y la muerte. Quizás solo soy una ofrenda de la vida para la muerte para demostrarle su verdadero amor con algo tan preciado como el dolor. Quizás solo soy el intermediario de estos dos amantes. Quizás lo seamos todos. ¿Algún día encontraremos sentido a nuestra existencia? Quizás miramos demasiado lejos, quizás solo tengamos que mirar las partículas de polvo vecinas. Deberíamos mirarlas, que vean que no son invisible… Que la brisa, el viento o la fuerza del mar nos una dejando de ser polvo para ser fuego. El fuego arde tanto como la presión de tus pupilas en mis ojos muertos. Quizás solo necesitemos esa presión, arder y ser vistos aunque eso lleve a ser consumidos. Quizás la propia luz que genere nuestra unión nos haga ver el camino que seguir, pero siempre cogidos de la mano como la vida y la muerte. Seremos amantes del fuego, ese fuego que derrita todo el hielo que cubre nuestros corazones buscando resguardarlo del frío que produce el propio existir. Quizás descubramos el por qué de nuestra existencia pero ya no importará, no importará porque nos tendremos el uno al otro. Y ya no importará porque lo importante no será el motivo de nuestra existencia sino el papel que le demos a ella, el papel que tomen nuestras vidas. Y quizás la unión de nuestro polvo sea pura casualidad pero será la casualidad más bonita jamás vista. Y quizás el viento azote el polvo con su fuerza, con su odio, arrasando cada pedazo de él, buscando nuestra derrota pero no nos rendiremos porque las esperanzas de dejar de ser polvo serán más fuertes que el propio dolor que cause. Y al final de la turbulenta noche brillaremos con la luz del amanecer dejando ver cada partícula de polvo como es en realidad. Y cuando el sol brille nosotros lo haremos con él, porque la tormenta habrá acabado y ahora soplará la brisa. Y esa brisa con olor a mar nos balanceará hasta el lugar indicado para unirnos con otra partícula que de sentido a nuestra existencia. Todavía no sé si te conozco, ni sé si el sol ha brillado ya y la brisa me ha balanceado hasta ti pero quizás tú seas la razón de mi propia existencia y ninguno de los dos lo sepa, quizás ni sepamos de nuestra propia existencia.

domingo, 26 de abril de 2015

VI - Mi destrozo.

Mi existencia,
Sinónimo de destrozo,
De supervivencia,
De ahogo.
La gente intenta sobrevivir al destrozo,
Yo vivo de él,
De el dolor que produce,
Del ardor que causa el hielo.
Mis ruinas,
Creadas por tu amor,
Por el fuego que creabas,
Por el odio que mataba,
Por tus pupilas incandescentes
Clavándose en mis ojos,
Por tus caderas danzando al andar,
Por tu sonrisa,
Esa sonrisa que se clavaba en mis ojos
Y quedaba grabada en mi mente
Como el fuego.
Dios, eras puro fuego,
Danzando con el vaivén del viento,
Arrasando tu alrededor,
Ondeando como las olas en invierno.
Como un niño pequeño me sentí atraído por tu luz,
Como si fueras ese caramelo imposible de alcanzar
Que lo quieres más que tu propio ser.
Y así fue,
Te quise más que mi propia existencia
Y me volví fuego
O hielo,
No recuerdo cuál de los dos
Quema más.
Me gustaría decirte que soy fuerte,
Que no me he rendido
Pero que estupidez sería mentirte,
Porque mis fuerzas he regalado.
No llores por mí cielo,
No lo merezco,
Brilla por mí
Y me harás feliz.
Te regalo mi luz,
Mi fuerza,
Mi ser,
Por ti.
Vive de mi destrozo
Que yo…
Lo haré del tuyo.

Recuerdo de lo perdido, C.

viernes, 17 de abril de 2015

V - Querido azar.

Querido destino,
Todavía espero el día
En que las lagrimas de mis ojos
Sean de felicidad.
Busco por las calles
Ese recuerdo perdido
De nuestro último baile
Celebrando el sueño logrado.
Qué ironía la vida,
Que los buenos momentos
Los olvida,
Dejando un destrozo.
Mis fuerzas perdidas
Luchan buscando mi ser,
Entregado al azar,
Esperando volver.
Era tarde,
El azar me había ganado
Como el dolor al verte
Y no poder correr.
El propio destino,
En contra de todo pronóstico,
Luchaba contra el azar
Sin dejarme volver a empezar.
Querido azar,
Ganar o perder
Me dejé arriesgar
Para solo perder.
Mi roja sangre
Derramada por ti,
Azar,
Como si de fuego se tratase
Ardió hirviendo mi corazón.
Querido destino,
Querido azar,
¿Qué me queda
Si los dos me habéis dejado marchar?

Recuerdo de lo perdido, C.

Mi luz es tu luz.

Oigo un susurro, proviene de tu interior. ¿Son tus fantasmas? Quizás. ¿O son tus monstruos? Quizás. No conozco tu interior, es un lugar extraño, tengo miedo de que la propia luz que transmite me dañe. Espero que esa luz no te dañe a ti y la confundas con oscuridad. ¿Eres una estrella? Quizás, solo ese brillo puede venir de una estrella. Deseo que no se apague, sería capaz de arriesgar mi ser por esa luz. Arriesgaría mi ser por tu vida. Ardería en el infierno por mantener ese brillo incandescente, quemaría mi propio interior para alimentar esa luz que desprendes. ¿No logras verla? Mira bien, está ahí, oculta entre tus miedos. ¿Me preguntas por qué? Es obvio, los miedos tienen miedo de que esa luz los destruya. Que irónico, ¿no? Los miedos teniendo miedo. ¿Ves de lo que eres capaz? Has conseguido que tus propios temores te teman. Quizás las fuerzas te flaqueen, que no puedas ofrecer suficiente combustible a tu interior para alimentar esa luz, pero yo te ofrezco la mía. ¿Qué dónde está mi fuerza? No existe pero por ti la generaba, por ti exprimía hasta la última gota de mí. Yo no necesito mis fuerzas, no me he rendido pero he regalado mi vida al azar. Realmente, tú eres el azar, no sé a quién estoy dando mis fuerzas pero quiero hacerlo. ¿Has logrado ver tu luz? Es complicado verla cuando te ocultas en la oscuridad, cuando te aferras a los miedos para no ser destruido. Cambia tu punto de vista, utiliza mis ojos. Mi ser es tu ser, haz lo que quieras con él pero utilízalo para tu bien. Si logras brillar más, más que el propio sol, me habrás salvado. ¿Te preguntas por qué? Tienes una luz especial, cuando brillas tu alrededor lo hace también. Quizás no estoy en tu alrededor físicamente pero estoy en tu interior. Ver tu luz me proporciona las fuerzas suficientes para seguir, para avanzar con el tiempo. Correré el riesgo de arder con tu luz, pero vale la pena. Por tu bien arriesgaría mi bien, por tu felicidad viviría sufriendo eternamente. Daría cualquier cosa por ti, incluso mi destrucción. No me importa que mi inexistencia pueda ser un efecto colateral de tu felicidad, de tu luz, de tu magia. ¿Te sorprendes? Tu propia luz es magia, todo tu ser es magia, eres algo sobrenatural. No puedo dejar que una perfecta anomalía como tú desaparezca de este mundo. Eres lo único que hace que este mundo valga la pena. Eres un mundo que mantiene vivo a otro mundo. ¿Qué digo? No eres un mundo, eres una galaxia entera. ¿Aceptas unirte a mi galaxia? Solo busco crear un universo y tu luz es necesaria para su existencia. ¿Sin tu luz quién dará la energía suficiente para crear el Big Bang que genere ese universo, para expandirlo? Por favor, genera un universo conmigo en la infinidad de tus ojos brillantes por tus galaxias. No importa si se vuelve tu universo si en ese universo no existe la tristeza. Me conformo con visitarlo al mirar tus ojos, los únicos órganos capaces de transmitir la verdad más oculta de tu ser. Si en ellos logro ver la felicidad te puedo asegurar por lo que más quieras que mi cuerpo se inundará de esa felicidad. Mi pequeña luz, sonríe siempre porque tu sonrisa es puro arte, ese tipo de arte que te llega al corazón y te lo inunda de amor y felicidad. Algún día, pequeña luz, llegarás a ser más grande que las estrellas. No te rindas porque tu brillo vale oro y perderlo sería la destrucción de nuestro mundo, no en el que vivimos sino el que formaremos en nuestros ojos.


PD: Este texto, la entrada número 50, os la quiero dedicar a todos vosotros. Quiero que recordéis que todos tenemos nuestra luz y no debemos dejarla apagarse. Puede que la oscuridad intente apagarla pero sin luz no existe oscuridad y viceversa. Si algún día no lográis verla quiero que leáis este texto y recordéis que está ahí dentro, oculta entre vuestros miedos sobreviviendo como nosotros. Seré vuestra luz, igual que vosotros sois la mía. Y sobre todo sonreíd, sed felices, vivid y disfrutad todo lo que podáis. Lo creáis o no, os quiero.

Perdido, C.

sábado, 11 de abril de 2015

De mis cicatrices mi camino.

El tiempo avanza implacable.

Me siento al borde de la venta viendo como el tiempo infinito no para, viendo como la gente avanza con él. El tiempo corre, empujando al resto a hacerlo. O corres con él o caes, caes y te pierdes en su infinidad imposible de alcanzarlo. Caes y lo único que logras ver es como el resto ha avanzado y tú has caído. Logras verlos en el horizonte, deseando alcanzarlo pero por más que andas siguen estando ahí. Corres, no te rindes, pero el horizonte ya es inalcanzable, nadie ha logrado llegar a él y tú no eres nadie.


Me siento al borde de la ventana pensando si avanzar o cortar mi tiempo, si saltar o correr sin saber a dónde llegaré. ¿Mi tiempo ha acabado en el horizonte o todavía puedo alcanzarlo? Quizás caí pero no me rendí, y aunque nunca logre alcanzarlo seguiré corriendo, seguiré viviendo. Haré de mis cicatrices mi camino. Aunque los pies me sangren no pararé. Aunque los ojos se sequen de las lágrimas perdidas por las heridas seguiré. Aunque mi mente me torture recordando mi pérdida seguiré luchando en esta batalla llamada vida. He perdido el primer asalto, pero aún no está todo acabado. Quizás me he perdido yo por el camino pero las nuevas cicatrices me han formado, han creado un nuevo yo. Me he perdido, pero ahora he encontrado mi nuevo yo. No sé si es mejor, solo sé que voy a continuar y si me pierdo caminando por mis cicatrices me encontraré en las nuevas que surjan. 

Perdido, C.

domingo, 29 de marzo de 2015

Su reflejo.

Podía ver su mirada perdida, su propia pupila le traicionaba mostrando su propio interior. Podía ver el miedo que sentía, que le torturaba y destruía su interior. Podía ver el fuego que lo consumía reflejado en sus ojos, en sus pupilas muertas. Podía notar su corazón acelerada y que le faltaba la respiración. Podía ver como se ahogaba en su propio ser, como el aire no llegaba a sus pulmones haciéndolo retorcerse en el suelo. Podía ver como la oscuridad lo alejaba de la vida. Sus ojos lloraban sangre que reflejaban su muerte interior, que solo quedaban restos. Su interior ahora eran ruinas de lo que un día llegó a ser. Su cuerpo era hielo igual que sus sentimientos, si los tenía. Podía ver la frialdad en su mirada, la frialdad que alejaba a todo el mundo de su lado. Creía ser fuerte pero no lo era, podía ver su dolor y el destrozo que le había causado. Simplemente era duro, duro con el resto del mundo para no recibir más dolor que lograra ganarle la batalla. Podía ver sus miedos, como temía convertirse en algo que no quería ser. No quería hacer daño a nadie, solo quería que todo acabara. Él creía que lo mejor era alejar al resto de él, temía que la onda expansiva que lo destruiría del todo podía arrasar con su alrededor. No quería eso, no quería destrozar su alrededor, no quería hacer daño a la gente que quería. Actuaba distante, frío, para que nadie se encariñara a él, no quería hacerles daño cuando despareciera. Sí, lo haría, desaparecería. Hacía tiempo que lo pensaba, lo podía ver en sus ojos, quería irse lejos y acabar con todo. Huir. En su frente había escrita una palabra: “Roto”. Hacía lo mejor para ocultarlo y lo lograba, eso o lo ignoraban. Siempre había pensado que nadie le había prestado atención, que nadie tenía interés en él, que era sustituible, que era innecesario. Podía ver el odio que lo llenaba, que lo mataba. Podía ver que se sentía feo externamente e internamente. Tenía esperanzas de ser salvado y que todo acabara pronto pero también lo temía. Su corazón en reconstrucción aún latía como podía, descontroladamente. Su silencio pedía a gritos la salvación. Todo eso lo podía ver en su propio reflejo.

jueves, 26 de marzo de 2015

Luz.

La luz tocaba mis párpados como una caricia. Poco a poco abrí los ojos en aquella oscuridad que me consumía. Los rayos de luz impactaban en mis pupilas quemándolas. Los volví a cerrar. Hacía mucho tiempo que no veía luz, hacía mucho tiempo que no veía nada. Los abrí de nuevo. La oscuridad aún me rodeaba y me quemaba dejándome sin piel porque en el interior ya no quedaba nada que destruir. Era fuego y hielo en oscuridad, ardía mi interior y helaba mi exterior. Frialdad y odio unida en un mismo cuerpo preparada para arrasar contra él y contra el resto. Aquella luz seguía ahí quemando mis pupilas, atravesando mi interior. Solo era un simple punto en el horizonte quizás imposible de alcanzar jamás. Por alguna extraña razón deseo que no desaparezca, que siga ahí, que me salve. Qué tonterías, nadie podría salvarme ya que salvarme es tocar mi interior y mi interior es un agujero negro que arrasa con todo, que arrasa conmigo. Quizás esa es la razón por lo que cerré mi interior bajo llave… Para que nadie llegara a él y se destruyera como efecto colateral. Si llegas a él es porque te quiero pero no quiero destruir a alguien a quien quiero. ¿Qué irónico verdad? Nunca podré amar a alguien de verdad por miedo a consumirle en mi propio fuego. Abrir mi interior sería arriesgarme a perderme, a perderos… Tengo miedo, miedo de destruirme del todo, de que llegue el final. Quizás por eso me mantengo cerrado al exterior, si el exterior no alcanza mi interior jamás podrá ser destruido.
Una chispa de esperanza se encendió en mi interior, en mi corazón muerto. Quiero alcanzar esa luz que me devuelva la vida que fue robada por aquella oscuridad. Es lejana, quizás imposible… Pero quiero. Una sonrisa recorrió mi cara consumida por aquella oscuridad. Algo comenzó a brillar con intensidad, más fuerte que la propia luz que me daba esperanzas. ¿Qué era aquella luz? ¿Era mi propia luz? Mi propia luz… Hacía tiempo que se había apagado dejándome solo en este oscuro lugar, en los miedos que me ahogaban.

La luz del horizonte parpadeó. Mi corazón muerto bombeó mi negra sangre más rápido que nunca. Lágrimas luchaban por salir en mis ojos. Mi propia luz se apagó poco a poco. Se había ido, todo lo que necesitaba se había ido. Volvía a estar en aquella oscuridad infinita. La luz volvió pero estaba diferente, había crecido. Dos lágrimas cayeron de mis apagados ojos e impactaron en el suelo volviéndose luz. Cerré los ojos, tanta luz los dañaba. Tenía miedo de abrirlos y no encontrar nada, de volver a estar solo en aquel profundo miedo que no me dejaba ver. Luché contra él y los abrí. La luz invadió mis ojos, impactó en ellos como las olas del mar impactan en las rocas. Casi no quedaba oscuridad, aquel pequeño punto de luz se había expandido llegando a mi propio ser. Por un momento mis miedos se fueron, pero regresaron como siempre lo hacen recordándome que la oscuridad se ocultaba alerta en mi interior preparada para volver y destruirme del todo.


"La oscuridad no puede expulsar a la oscuridad; solo la luz puede hacerlo. El odio no puede expulsar el odio; solo el amor puede hacerlo."

sábado, 21 de marzo de 2015

IV - Fui vida.

A la luna aullaba
Gritándole a los cuatro vientos
El temor que me ahogaba
Y me quemaba el interior.
Las olas del mar todo lo arrasaban
Como mi fuego lo hizo conmigo
Dejándolo todo en cenizas
Que volando se fueron.
Las ráfagas de aire cortaban mi cuerpo
Destrozado y magullado después de tu perdida.
Los relámpagos rompían el cielo
Y me anunciaban que se acercaba mi caída.
Fui vida de lo que ahora solo queda muerte,
Fui un fuerte árbol ahora marchito,
Fui fuego y ahora solo soy aire
Que por las calles avanza perdido.
Fui y no sé si llegaré a ser.
Volver o perder.
Avanzar o caer.
Poder.

Recuerdo de lo perdido, C.

martes, 17 de marzo de 2015

III - La destrucción.

El fuego resurgía de las cenizas
Que había dejado el amor.
Mi interior ardía con todas sus fuerzas
Y me asfixiaba el temor.
El odio recorría todas mis venas,
Recorría todo mi ser.
Mis pupilas muertas
Seguían sin poder ver.
Mi cuello colgaba de aquella cuerda
Que me presionaba y me ahogaba
Recordando la pérdida
De aquel tiempo que ya no quedaba.
El odio se acumulaba en mi interior
Rompiéndolo todo en fragmentos,
Rasgándolo todo sin pudor
Con  la fuerza de trescientos.
Buscaba una salida
Que yo no le permitía encontrar,
Quería una nueva vida
Que yo no podía lograr.
Y aquel cúmulo de odio
Explotó mi interior
Cavando mi propio hoyo,
Arrasando con mi alrededor.
Me destruí,
Los destruí,
Me perdí,
Los perdí.

Recuerdo de lo perdido, C.

lunes, 16 de marzo de 2015

II - Campo de batalla.

Millones de agujas se clavaban en mi mente
Como lo hicieron en mi corazón anteriormente.
La libertad lograba observar
Pero nunca la llegué a alcanzar.                                                                       
Las alas que un día me dieron vida
Ahora se morían y las perdía,
Las perdía como yo hice un día
Que no logro recordar cuál.
Y mientras yo por aquel bosque huía,
Aquellos monstruos me perseguían.
Desde la oscuridad que me absorbía.
El tiempo avanzaba incontrolable
Más fuerte que cualquier ser implacable.
Los miedos más hondos resurgían
De algún lugar de mi cabeza que desconocía.
Esos miedos dormidos
Volvieron a ser vistos,
Estaban en mí ser clavados
Preparados para volver a ser temidos.
Mis fuerzas agotaba,
El tiempo avanza,
Yo me estancaba,
Los miedos me daban caza.

Recuerdo de lo perdido, C.