martes, 28 de julio de 2015

Futuro.

El futuro me ahoga, o el miedo. El miedo a no ser lo que quiero ser, a perderme, a perderte. No paro de pensar en el futuro, y sé que odias que lo haga porque me roba el presente. Mi presente, el tuyo, el nuestro.  Pero no puedo evitarlo, me ahoga y no puedes ignorar a aquello que te ahoga, te paraliza, te quema. Porque me quema, el futuro quema cada parte de mi ser dejando cenizas que vuelan con el viento sin saber a dónde se dirigen. Como yo, no sé a dónde me dirijo ni dónde voy a acabar pero en todos los finales veo un naufragio, el naufragio de mi barco por la tormenta de mis ojos. Pero no puede naufragar, porque tú navegas en él y no puedo perderte. Y tengo miedo, miedo de que mi miedo nos separe, miedo de que te canses de ir en un barco inestable que a la primera ola vuelca. Y escucho en mi cabeza tus palabras diciéndome: “Si pierdes el control yo dirigiré este barco, seguiremos a flote. Y si naufragamos yo seré tu salvavidas.” Y los miedos desaparecen, temporalmente porque el futuro es inevitable pero a tu lado se sobrelleva. Y joder, ¿cómo no puedo quererte?

El futuro es como un viaje sin destino fijo, un viaje en avión en busca de tierra firme donde aterrizar. No, es como saltar de un avión sin paracaídas, viviendo a toda velocidad esperando el momento de estrellarte. Y tengo miedo de estrellarme, destrozarme, que vuelvan las ruinas que tú restauraste, que se hagan heridas nuevas… Miedo de que el avión que lleva mi futuro se estrelle. Y sé que hay salidas de emergencia pero tengo miedo de que acabe lejos de mí.

El tic tac del reloj me ahoga. Tic, inspira, tac, expira. Y entonces empiezo a hiperventilar a la velocidad del reloj. Corro en el huyendo de las agujas que avanzan rápidamente hacia mí, y me atropellan.  Corro a contrarreloj para ver si el tiempo retrocede, evitar el futuro y vivir en el presente eternamente. Pero llegará un momento en el que el futuro será mi presente, y tengo miedo de vivir el presente que no quiero. Tengo miedo de que el futuro que quiero no llegue nunca. Miedo de que el camino por el que avanzo acabe en una calle sin salida y tenga que coger otro, el plan B. Y yo no quiero el plan B teniendo el plan A. No quiero que mis planes se desmoronen y acabar en el plan Z, en el menos deseado. Y sé que hacer planes no servirá de nada, que todo acabará siendo una improvisación. Y tengo miedo de que esa improvisación destruya mi interior, acabar siendo el monstruo que tanto temo, que la oscuridad ahogue e invada mi interior.

Querido futuro,
Deja de doler por favor.
No destruyas a este niño soñador.

IX - La chica de fuego.

Hoy he visto 1001 galaxias,
225 planetas
Y 312 estrellas
Estando a tu lado,
Mirando tus ojos
Rojos
Por el fuego
Que quema tu cuerpo
Por el amor,
El miedo,
El fracaso.
Y tú solo ves fuego
Que te consume
En tu reflejo
Y yo veo constelaciones,
Un universo entero,
El universo más precioso
Jamás visto
Por estos ojos,
Ni por los de cualquiera.

Recuerdo de lo perdido, C.

Tus ojos.

Todas las noches observo el oscuro cielo y admiro cada una de sus estrellas esperando encontrar tus ojos en ellas. Y no te alcanzo y mis ojos se vuelven agua donde me ahogo. Intento nadar entre la tormenta, llegar a tierra firme. Las olas chocan contra mi cuerpo y lo golpean hasta cansarlo, pero sigo nadando. Sé que después de la tormenta viene la calma, sé que si sigo nadando llegaré a tierra firme. Llegaré a tus ojos, al mar tranquilo donde las heridas cicatrizan. Y sigo nadando por ti, por mí.