Hoy me perdí. Me perdí en las
galaxias de tus ojos, en tu infinito universo interior. Buscaba un hogar donde
habitar, donde refugiarme de este agujero negro que absorbe mi ser. Que ya no
sé si soy una estrella o un asteroide a la deriva. Ahora, en tus ojos, me
siento cohete en expedición buscando su lugar. Y no hay mejor lugar que donde
estés tú. Sí, hoy me perdí y me encontré. Encontré un planeta habitable en una
galaxia que tiene tu nombre. Ahora resido en él, donde la oscuridad no tiene
lugar y las estrellas brillan con la fuerza del fuego. Y sé que un día esas
estrellas acabaran en una supernova y se apagaran. Quieras o no la luz de las
estrellas no es infinita, un día se apagaran para dejar brillar nuevas con más
fuerza. Y sé que yo me apagaré con ellas.
La manera en que llegué a este
planeta es desconocida. Algunos hablan de cohetes, yo hablo de cometas. Fui una
estrella apagada caída del cielo que se ilumino con la fuerza del fuego al
caer, me volví meteorito. Y por ese momento me sentí indestructible mientras me
degradaba por la potencia de las llamas que me rodeaban. No todo el mundo
sobrevive a un impacto, al destrozo. A veces la fuerza del choque es la que te
da la necesaria para continuar. Acción, reacción.
Me cansé de orbitar alrededor del
resto, de depender de la existencia de otros, de sentirme inferior. Ya no soy satélite,
ahora soy estrella. No orbito alrededor de ningún cuerpo, ni ningún cuerpo
orbita a mi alrededor. Soy libre, somos libres. Brillamos con luz propia no con
la del resto. Aún así hay momentos en
los que nuestras trayectorias se cruzan y no puedo evitar cambiar de ruta,
seguir tu camino y avanzar a tu lado. Sin orbitar el uno al otro, sin impactar.
Siendo libres pero unidos.
¿Sabéis el dolor que se siente al ser
un asteroide minúsculo al lado de planetas inmensos? ¿Y el dolor que se siente
al ser asteroide y querer ser planeta o estrella y no poder? A veces ese dolor
aumenta hasta alterar mi núcleo interior que desencadena su autodestrucción e
implosiono dejando los restos de lo que un día fui esparcidos por todo el
universo. Y estos fragmentos viajan, se alejan los unos de los otros empezando
una nueva vida lejos de aquí. Algunos los llaman casos perdidos, yo les llamo
segundas oportunidades.
En este planeta ya no me considero ni
asteroide ni estrella, ni galaxia ni universo. En este planeta solo soy un alma
que busca vivir la vida que le quitaron los astros por sentirse inferior. Ahora,
esta alma en pena restaura las heridas que le ocasionó el impacto de su cuerpo
celeste, esa estrella apagada en forma de meteorito incendiado. Ahora ya no
pertenece a ese mundo. Ahora él es su propio mundo. Aspirar a estrella está
bien, a galaxia increíble pero para qué aspirar a menos cuando eres un
universo, un mundo entero. Solo tienes que mirar en tu reflejo, en tus ojos.
Ahí tienes todo lo que deseabas ser, un universo infinito y no hay nada mejor
que tu universo. Porque este planeta al que he llegado se llama pupila, mi pupila.
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