domingo, 24 de mayo de 2015

Casualidades.

Avanzamos creyendo que nos guía algo llamado destino. Creemos que el tiempo nos fluye hasta una meta predefinida desde el inicio de nuestra existencia. Creemos que el tiempo es un río que nos arrastra implacable hasta el fin. Qué estupidez, ¿no? ¿Qué gracia tendría vivir si todo estuviese planeado?

Quizás sea yo el estúpido por creer que vivimos de casualidades. Por creer que no es el estúpido destino al que debemos darle las gracias sino a nuestras acciones. Por creer que nada está predefinido, ni siquiera tu propia existencia. Todo son casualidades. Solo podemos darle las gracias a algo, a nosotros mismos y al tiempo. Sí, a ti querido tiempo, por empujarnos a actuar sin pensar. Si nuestro tiempo fuese ilimitado no actuaríamos según nuestros instintos, pensaríamos cada una de nuestras acciones al milímetro y con ello perderíamos las preciosas casualidades que nos regala la vida al actuar con el corazón y no con la mente. ¿Por qué actuamos más con la mente que con el corazón?


Siempre avanzamos hacia lo seguro sabiendo que no es el camino que queremos pero sí el único que creemos poder superar. ¿Sabéis qué os digo? Que estoy cansado de guiarme por la razón y no por el corazón. Estoy cansado de ser el tonto que todo lo quiere hacer correcto y se queda en eso, en un intento. Estoy cansado de avanzar error tras error, porque en eso consiste mi vida. Todo por creer en mi mente, esa que me tortura día y noche con tu recuerdo y mis miedos. Ahora, pobre mente, ya no tiene nada con lo que derrumbarme. Todos los días te oigo llorar mientras el corazón te dice: “Lo siento guerrera, esta batalla la has perdido, ahora soy yo la que gobierna esta tierra desolada creada por tus garras. Ahora soy yo quien reconstruye y no destruye. Ahora soy quien actúa.” Y tiene razón, suficiente daño has creado ya, ahora deja un periodo de reconstrucción antes de volver a la destrucción sin sentido de mi pequeño cuerpo y de mi gran interior. Pero quiero avisarte, quizás lograste romperme una vez, y quizás lo vuelvas a lograr si no me reconstruyo antes, pero tenía la guardia bajada. Ahora, querida mente, si atacas prepárate porque el contraataque te va a doler. Ahora no lucho solo, o eso quiero creer. Puede ser que mi cuerpo siga siendo el mismo y que mi corazón siga igual de frágil, pero sigue latiendo. Late porque estás tú, mi pequeña casualidad, porque cicatrizas las heridas. Mi corazón late al ritmo del tuyo porque está perdido y necesita un guía para no pararse. Tú, mi pequeña casualidad, me das la vida. Me das las fuerzas que me faltan, o que no tengo. Llegaste por un instinto, porque tu corazón quería que me hablaras y el mío que lo hicieras. Llegaste de improvisto y directo como una flecha pusiste tu bandera de: “Ahora estoy aquí, quien ataque se las tendrá que ver conmigo.” Y el instante después pusiste el cartel de reformas. Me escogiste a mí, a ese destrozo perdido que su sonrisa revelaba felicidad y sus ojos pedían ayuda a gritos. Ahora me doy cuenta de que mis ojos no pedían ayuda, te pedían a ti porque ignoraba mis latidos a destiempo que me susurraban que te hablara. Los ignoraba porque en mi cabeza sonaba la alarma de: “Peligro por derrumbe, salgan todos de esta sala.” Temía el dolor, temía dejarte entrar y que tus bombas llamadas palabras estallaran e incendiaran mi interior con más fuerza que el escozor que causa el dolor. Temía que las heridas que no podían cicatrizar por falta de plaquetas aumentaran en número. Pero no solo temía mi dolor, también temía que mi derrumbe arrasara contigo. Pero tú, con tu magia interna, me hiciste ver que valía la pena arriesgar. Me hiciste ver que cuando estás estancado solo hay que cambiar la perspectiva. Y eso hice, apagar la mente que controla mis ojos y avanzar con el corazón. Y mi corazón, atraído por el palpitar del tuyo, se lanzó como un loco sin temer a la caída que mi mente tanto esperaba. Y cuando pensé que ya era el fin me encontré entre tus brazos. Y entonces fui yo quien puso la bandera de: “Arriesgaría mi ser por ti.”

domingo, 17 de mayo de 2015

Mi pequeña casualidad.

“C., ahora hace un año según me has contado que nació tu blog. Un blog lleno de emoción, sentimientos y sobretodo arte, puro arte, porque todo lo tuyo es hermoso. Eres lo mejor que existe.

Te prometí que para este día tan especial para ti escribiría algunas de las muchas cosas que haces por mí y eso es lo que intentaré. A mí no se me da tan bien escribir como a ti pero intentaré hacerlo lo mejor que pueda, no esperes mucho.

Para empezar le has dado un giro a mi vida cuando más lo necesitaba, estaba cansado de siempre lo mismo, de pasarme los días en casa encerrado, enjaulado en el despacho esperando a que alguno de mis amigos se decidiera para hacer algo distinto a pasarse el día jugando al LOL. Y en ese tiempo de oscuridad de mi vida te encontré a ti, brillando sólo y decidí seguir tu luz, y creo que es la mejor decisión que he tomado en muchos años. Y aunque hace muy poco que hablamos te has convertido ya en una de las personas más importantes de mi vida y te quiero muchísimo.

Desde que lo nuestro empezó siempre has estado a mi lado, en mis momentos buenos y también cuando me hundía en la tristeza. Siempre estás a mi lado y no quiero que esto cambie.  No me veo capaz de seguir escribiendo porque estoy llorando otra vez.


Te quiero muchísimo C.,  no dejes nunca de ser como eres y tampoco dejes nunca de escribir.”

Hoy es un día importante para mí, hace un año mi blog, este blog. Estuve pensando qué podía hacer especial pero mi creatividad es pésima así que os dejo este texto. No es mío, es de mi mejor amigo. ¿Qué mejor que compartir los buenos momentos con la gente que quieres? Desde aquí, desde esta pantalla de ordenador quiero proclamar al mundo entero, al universo si hace falta, que es lo mejor que tengo. Sí, tú, eres lo mejor que tengo. Gracias por llegar cuando más lo necesitaba, por seguir a mi lado día tras día, por no abandonarme en esta batalla llamada vida. Sé que no soy suficiente, que te doy menos de lo que mereces, pero quiero decirte que aunque no lo demuestre te quiero, que estoy aquí para lo que sea. Mi pequeña luz no brilla nada al lado tuyo. Muchas gracias por todo, por existir, por encontrarte. No hay día que no le dé las gracias al destino o a la casualidad que me hizo encontrarte. Quiero que sepas que si la vida es una batalla yo soy tu escudo, soy tu guerrero número 1, porque mi vida es la tuya y no quiero vivir una vida en la que tú no existas.

Te quiero mucho M., C.

VIII - Mi viaje, nuestro viaje.

El mar de tus ojos,
Radiantes por el sol
O tu luz interior,
Arrasa con mi voz
Dejando un ahogo
Tan profundo
Como el abismo
De mis ojos.
Tu mar revoltoso
Agitado por el viento,
Por mi viento,
Por mi caos,
Porque chocamos
Como dos átomos
Excitados,
Busca ser parado,
Frenado del terremoto
Que provoco
A tu interior.
En tus ojos naufrago,
Buscando el camino
Que me lleve vivo
Hasta tu ombligo
A salvo del peligro.
Un salvavidas busco,
O tus brazos,
Esperando no ser soltado,
Ser salvado
De caer al abismo
De tus ojos.
Tus ojos ahora cielo,
Me dejan volando
Por un mundo
Que no conozco,
Por un universo
Nuevo y recóndito
Que me deja cegado
Por su brillo.
Viajo en un avión
Circulando en tus ojos
Directo al sol,
A tu corazón.
Mientras espero,
Dormido hasta los huesos,
Abrazado a un recuerdo,
Descansando entre tus brazos.
Solo espero
Y quiero,
Que este avión
No se quede estancado
En el mar de tus ojos,
En tu cielo,
Y poder vivir de ese recuerdo,
De tú y yo,
De tu universo,
De tu orden en mi caos.
Solo espero,
Poder seguir viajando
En tus ojos,
En tu barco,
En tu avión,
En cualquier sitio,
Pero contigo.

Recuerdo de lo perdido, C.

miércoles, 13 de mayo de 2015

VII - Tú, mis latidos.

Siempre estás ahí,
En el fondo de mi corazón,
O yo del tuyo,
Donde me ves vivir
Y morir,
Donde sientes la presión
Y la aceleración,
Donde te siento
Porque jamás te pierdo.
Siempre estás ahí,
En mi corazón,
Al ritmo de mis pulsaciones,
De sístole y diástole,
Danzando con mis latidos,
Sufriendo con los soplos
Que me produce
Este ahogo.
Siempre estás ahí,
En el ventrículo derecho
Relajándolo,
En el ventrículo izquierdo
Acelerándolo.
Siempre estás ahí,
Recorriendo mis venas,
Circulando las carreteras
De mi cuerpo,
Ahora vivo,
A toda velocidad.
Vivo porque estás tú,
Porque circulas mi sangre,
Porque tapas mis heridas
Con tus preciosas plaquetas
Llamadas palabras.
Vivo porque ya no me desangro,
Porque desangrarse es perderte
Y  no puedo
Ni quiero
Perderte,
Olvidarte,
Ahogarme.
Siempre estás ahí,
En mi sangre,
En mis glóbulos rojos,
Perdiendo el núcleo,
O el sentido,
Por mí,
En los glóbulos blancos
Defendiendo mi cuerpo,
Eliminando amenazas
Que cazas
Con tu mirada
Por mi mirada.
Siempre estás ahí,
Y quiero creer
Que seguirás aquí
Manteniendo vivo
Este desastre,
Este caos,
Que sigue latiendo
Por ti.

Recuerdo de lo perdido, C.