jueves, 31 de julio de 2014

Día y noche.

Dormir... Dormir es mi única vía de escape, la única manera de dejar de pensar en ella, o simplemente dejar de pensar. Eso ha cambiado, era mi única vía de escape. Ahora ya no tengo ninguna manera de escapar de mi cabeza, ni de mí. El día, el estar despierto, es una tortura. Tardes enteras sin salir de casa, sin hacer nada. Esas tardes se llenan de pensamientos, y no precisamente agradables. Tardes completamente ocupadas por ella, por su recuerdo y por el dolor que causa. Tardes mirando antiguas conversaciones, esas conversaciones que me hicieron enamorarme de ella y que ahora… Ahora todo es diferente, algo ha cambiado. Esas conversaciones ya no existen, solo son un recuerdo y que caerán en el olvido si algo no cambia. Quizás la culpa de que hayan cambiado es eso, el cambio. En todo caso el culpable soy yo. Yo me enamoré de ella, yo hice que ella se enterará de que la quiero y soy yo el que se ha vuelto un rancio. Todo eso ha provocado esto, que cada vez ella este más lejos y sea un mero recuerdo. Mi primer pensamiento al despertar es ella, es mirar el móvil para ver si me ha hablado. Ella ocupa mi cabeza y yo soy el tonto que no decide sacarla de mi cabeza, es más, la busco. Cada día espero con ansias que llegue la noche, la hora de dormir y dejar de pensar. Antes de dormir me digo: “Mañana todo cambiará, será un día nuevo y todo será diferente”. Y no, no cambia nada. El miedo se ha apoderado de mí. El miedo me impide ser yo, me impide hacer lo que quiero… Cada vez que la veo me dan unas ganas grandiosas de abrazarla y de no soltarla nunca pero mi estúpido miedo a no hacer lo correcto, a que sea de desagrado, a que no sea el momento… Ese miedo me impide hacerlo, me impide hacer cualquier cosa que se me venga a la cabeza, y se queda ahí, en mi cabeza. Antes de decir o hacer algo lo pienso cinco veces, pienso si es correcto o no y si es el momento o agradable, si mi mente dice que no lo descarto si tiene dudas lo pienso una sexta vez y si le parece correcto me lo vuelvo a pensar porque no lo veo claro, así siempre. Ahora las noches también se han vuelto una tortura. Millones de sueños recorren mi cabeza mientras duermo. Pocas veces sueño, una vez al mes o cada seis pero ahora es constante. La verdad, no sé si clasificarlo como sueños o pesadillas. Estos sueños me torturan toda la noche, escenas y escenas llenas de miedo y calamidades. Todas esas pesadillas me cortan el sueño y me obligan a despertarme de golpe, sudando. Ninguna pesadilla tiene final y nunca se repiten, al menos aún no lo han hecho. El final es optativo, yo decido que debería hacer mi yo del sueño pero una vez ya despierto. Mi cabeza imagina que sucedería si continuase pero prefiero no pensarlo. Ya no quiero dormir, no quiero soñar, pero tampoco quiero estar despierto.

miércoles, 16 de julio de 2014

Unidad, no colectivo.

¿Por qué las personas somos como somos? Nos limitamos a seguir caminos que recorrieron otras personas en un tiempo pasado, imitándolos. ¿Por qué no creamos nuestro propio camino en vez de seguir el de otros? Las personas somos así, preferimos ir por el camino fácil antes que ir por el camino que queremos. Pues yo me niego, yo voy a crear mi propio camino, no necesito el camino de los demás. Desde aquí quiero hacer un llamamiento, quiero lanzar una idea, quiero hacer ver al mundo que lo importante es ser tú, ser quien quieres ser y no ser lo que otros quieren que seas. Este mundo no necesita a más gente ignorante, cada uno valemos por algo diferente y debemos aprovecharlo, no desecharlo. Debemos luchar por nuestros sueños, por nuestro futuro. Las personas trabajamos para vivir pero eso es algo irreal, vivimos para trabajar y cuando nuestro cuerpo ya no puede más nos dejan ser libres. Yo no quiero vivir para trabajar, quiero vivir mi vida. Todos deberíamos hacer lo mismo, vivir nuestra vida como queramos. Mi vida consiste en estudiar pero cuando acabe todos los estudios, cuando tenga carrera y sea lo que quiero ser lucharé por mi libertad. Crearé mi camino con esfuerzo y sudor y cuando mire atrás sonreiré y gritaré a los cuatros vientos: “Soy lo que quiero ser y no sigo a una sociedad estúpida”. Sí, la sociedad es estúpida, la sociedad es un colectivo y se nos valora como tal, algo incorrecto. No somos un colectivo, somos una unidad, cada persona debe ser valorada como unidad no como colectivo. Discriminamos al que la gente no considera “integro” en ese colectivo cuando no debería ser así. Cuando una persona es lo que quiere ser, sin importarle lo que piensen los demás, se le tacha de “raro”. Pues desde aquí quiero decir algo, a veces la rareza supera a la “normalidad”. Pero, ¿qué es la normalidad? ¿Y la rareza? La rareza, igual que la normalidad, es algo relativo. Cada persona tiene sus límites o fronteras y si algo se sale de esa frontera se le considera “raro”. Debemos expandir nuestras fronteras, lo diferente no es raro. Lo diferente es especial, es único y nadie puede ser como eso. Ignoramos a la gente diferente, ignoramos a la gente que no quiere seguir unas ciertas marcas que tiene la sociedad, ignoramos a la gente especial, ignoramos a grandes talentos. Cada persona tiene su propia inteligencia como unidad y cada persona es buena en algo, cada persona tiene su talento. Desde aquí quiero decir que no hay inteligencia en la sociedad, marginamos a la gente que tiene “más” inteligencia y a los que tienen “menos” y eso no es algo inteligente. Las personas no deben ser juzgadas comparándolo con el de al lado, deben de ser juzgadas por lo que son. Con esto quiero decir que dejemos de seguir a esta sociedad llena de ignorancia, porque pertenecer a la sociedad es ser ignorante. Dejemos de ver una sociedad y empecemos a ver unidades. Yo soy una unidad y me niego a ser integro a esta sociedad, quiero que se me juzgue por lo que soy no por mis diferencias, quiero explotar mi talento sin que una sociedad me rechace, quiero ser yo y no un nosotros. Con esto quiero decir que dejemos de mirar mal a la gente diferente y empecemos a apreciarlos, porque lo diferente es interesante y la igualdad es monótona y aburrida. Lo diferente es especial. Dejemos de juzgar a la gente por si se ha teñido el pelo de azul, por si tiene pocos amigos, por si viste diferente, por si habla diferente, por todo. Millones de personas, por desgracia, rechazan a personas autistas o con síndrome de Down por el simple hecho de ser diferentes. Repito, lo diferente es especial e interesante. En vez de interesarnos, por tener la curiosidad de que piensa un autista, por querer saber qué mundo se ha creado él en su cabeza, lo marginamos, lo miramos mal e incluso nos apartamos. En vez de ayudar a personas con síndrome de Down a llevar una vida mejor, a llevar una vida “normal”, los dejamos aparte. Pues desde aquí quiero decir que muchos de ellos superan a todos esos ignorantes de la sociedad que los rechazan. Ellos siguen su camino, lo crean, sin molestar a nadie, sin cruzarse e interrumpir en el camino de alguien en cambio la sociedad sigue caminos predeterminados y bloquean caminos de gente que ni siquiera conocen por el simple hecho de ser diferentes. La sociedad es un colectivo, es ignorancia. Una persona es unidad, es inteligencia propia. Una sociedad es igualdad, es aburrimiento y monotonía. Una persona es diferente, es especial e interesante. Luchemos por la inteligencia, luchemos por la unidad, luchemos por ser nosotros mismos. Luchemos por ser nosotros mismos y por ser diferentes al de al lado. Luchemos por ser especiales.

lunes, 14 de julio de 2014

Irreal.

Mis pies descalzos andan sobre agujas afiladas que se clavan lentamente y dolorosamente en mi pie. Un dolor insoportable recorre mi cuerpo, pero no todo el dolor es provocado por las agujas. Hay algo más, un dolor tan insoportable que me hace olvidar el dolor de las agujas. Lo peor es que no sé que es ese dolor, apareció sin más, un día llego y no se fue. Algo presiona mi pecho, algo invisible para el ojo humano, y me duele respirar, deseo que pare… Deseo que pare el dolor o mi respiración, pero sé que no parará nada, sé que todo continuará y yo tendré que vivir con ello. ¿Por qué razón me siento tan mal si no he hecho nada? Yo… Yo no he hecho nada para merecer este dolor que recorre mi cuerpo. Me odio, sé que yo provoco ese dolor intencionadamente pero no sé ni cómo lo hago ni cómo pararlo. Sé que estoy raro, que algo ha cambiado en mí. La gente me pregunta que me pasa y me invento tristes excusas poco creíbles pero se las creen, eso o prefieren dejar de insistir. No les digo lo que me pasa porque ni yo mismo lo sé, no sé lo que me pasa y me duele. Me duele estar así y me duele más no saber por qué ni que es el dolor que tengo. Siento que una parte de mí está vacía, no hay nada. Siempre he llenado todo mi ser de estudios y libros pero para mi cuerpo eso ya no es suficiente. Un libro me calma el dolor un rato pero al acabarlo se intensifica, siento mi dolor y el del personaje en mí. La piel se me pone de gallina y tengo escalofríos sin tener nada de frío, mis miedos aumentan. En ese instante me doy cuenta de que ese dolor es causado por miedos, miedos estúpidos que me atormenta pero este miedo es diferente, este miedo lo desconozco, no sé a qué tengo miedo. Quizás el causante no es el miedo sino mis pensamientos. Dicen que el dolor es psicológico pero no logro controlarlo. Siento que ando sobre carbón ardiente y que cada paso nuevo es una quemadura más, un dolor más intenso y un trozo de mí menos. Quizás debería retirarme, quizás este no es mi camino, quizás mi camino lo debo hacer solo y dejar de buscar a alguien, alguien que ni siquiera conozco. Lo sé, estoy condenado a la soledad. Hace tiempo que lo sé pero siempre lo he ignorado pero ahora que se han roto mis esquemas, mi escudo y toda mi cabeza se ha desordenado… Ahora ha salido a la luz. Estoy condenado a la soledad desde que empecé a tenerle miedo. Algo irónico es que lo que más deseo en este momento es desaparecer y estar solo. Quizás quiero hacer feliz a mi monstruo interior, ese monstruo que desea verme solo desde que nací. Odio el día en el que mi barrera se rompió y dejó pasar a la gente a mi cabeza, ahora por culpa de ellos esa barrera es más sólido que nunca pero también más independiente. Esa barrera controla mis miedos, mis pensamientos y todas y cada una de las cosas de mi cabeza y ella decide cual debe salir a la luz, cual debe ocupar mi cabeza. Un calor ardiente recorre mi cuerpo, lleno de rabia, lleno de odio, lleno de impotencia. Unas lágrimas afloran en mis ojos, algo que no me había ocurrido desde hace mucho tiempo, y cuando deciden salir vuelven a entrar. Era obvio, no sé cómo pude creer que saldrían. No lloro desde que cree en mi cabeza la barrera. En primero de la ESO se empezó a formar pero quedo a medias, decidí esperar, ver si algo cambiaba… Pero no, no cambió nada, y en segundo la forme por completo. Decepciones y traiciones me hicieron formarla por completo y ahora el amor ha logrado destruirla, hiriéndome a mí en el proceso. Debí ser precavido, sabía que acabaría enamorándome de ella, que pasaría mi barrera, debí pararlo en su momento pero no, confié, tuve esperanzas, creí en un futuro… Un futuro irreal. Mi vida es irreal, yo soy irreal. Quizás mi dolor también es irreal. No sé que causa este dolor ni por qué me duele tanto, sólo sé que va a durar y lo único que puedo hacer es resistir y sacar una sonrisa, ocultarlo.

viernes, 11 de julio de 2014

Ruinas olvidadas.

Al final del horizonte hay una pequeña villa, una villa olvidada. Aquella pequeña villa, ahora abandonada, fue durante mucho tiempo habitada por muchas personas y ahora… La soledad reina en ella. Calles y calles vacías, llenas del silencio absoluto. El polvo se amontona en los muebles de las casas, o de lo que alguna vez fueron casas. Coches en las calles llevan sin ser movidos desde hace años. Restaurantes llenos de sillas sin dueño, bebidas sin nadie de quien ser bebidas y de comida podrida. Cristales hechos pedazos de lo que alguna vez fueron ventanas se encuentran en el suelo de las calles. Un espejo en el suelo hecho añicos refleja la soledad de la villa y no el reflejo de su antiguo dueño o de alguna persona, no lo refleja desde hace años, desde que todo el mundo salió huyendo de ella. En aquella villa reinaba la felicidad, la vida, la alegría, todos son bonitos recuerdos pero ahora… Ahora reina la tristeza, la soledad, la amargura, la muerte. Esta villa está llena de recuerdos olvidados, todos aquellos recuerdos que la gente no quiere recordar o los que se han olvidado viven en esta villa, olvidada como ellos. Todas las personas se fueron de la villa, se fueron a la ciudad en busca de popularidad, de nuevas amistades, de fama. Se fueron huyendo de la soledad, el más y temido miedo de las personas, se fueron buscando más amistades y dejaron a la villa llena de su gran miedo, la soledad. Las personas somos así, hacemos lo que no queremos para nosotros a los demás. Coches se acercan a ella y cuando la villa vuelve a ver la luz al final del túnel, cuando ve un rayo de esperanza de volver a ser lo que fue, el coche da la vuelta y se va. Era obvio. ¿Quién quiere a lugares abandonados, a lugares tristes, a lugares destrozados? Nadie, nadie quiere esos lugares. En un futuro, esa villa solo será ruinas. Llegará un día en la que nadie la recuerde ni en sus más profundos recuerdos, ni siquiera sus antiguos habitantes la recordarán. La villa, igual que nosotros, está condenada al olvido, algo inevitable. Sólo se puede retrasar un tiempo lo irremediable pero finalmente todo acaba siendo olvidado, hasta la persona más famosa de toda la historia será olvidada. Y la villa no es la excepción, nunca hay excepciones en el olvido. El olvido es un agujero negro, un pozo sin fondo, se traga a todo y a todos, nadie se salvará de ello y como es obvio, yo tampoco soy la excepción. Y cuando nosotros seamos olvidados, la villa guardará nuestro recuerdo en sus grandes calles. 

viernes, 4 de julio de 2014

Ave Fénix.

Ardo. Mis pensamientos queman. Poco a poco el odio recorre mi cuerpo, y escuece. ¿Tristeza? Si, está ahí, debajo de mi piel, presionando mi cuerpo, presionando mi mente, destruyéndome trozo a trozo. Su sonrisa me calma, pero no es suficiente agua para apagar todo lo que me quema por dentro. Quizás sus ojos, o un simple abrazo conseguiría apagar el fuego que me consume, o quizás ardería con más fuerza. Tampoco lo sabré, no tengo ese honor, ni tiempo. He conseguido tener bajo control mi incendio pero he perdido el control completamente, ahora arde con demasiada intensidad y con él, ardo yo. Hay una pequeña rendija por la que poder escapar, pero ya no quiero escapar, quiero arder, consumirme. Deseo desaparecer y caer en el olvido, como si nunca hubiese existido, no sería difícil, ya hay gente que me ha olvidado y hace dos días estaba junto a ellos así que por tres personas más que quedan no pasaría nada… Qué pena que sea imposible. Quizás después de consumirme en el fuego… No, se me olvidaba que nunca tenemos lo que queremos. Lo que más quiero es… imposible. Es mi llama interior, la que me da la vida pero a la vez la muerte. Cuando me doy cuenta mis dedos se están consumiendo, mi corazón deja de latir y mi mente de pensar. Todo se vuelve cenizas, desde mi cuerpo hasta mi mente y mis sentimientos. Sólo espero renacer de mis cenizas, o al menos de lo que quedan de ellas.

jueves, 3 de julio de 2014

El tiempo.

Cae la arena. Granito a granito pasa el tiempo. Horas, tardes, días mirando aquella pared, aquella pared verde pistacho… Bueno, lo era, ahora tiene demasiada suciedad y destrozos. El tiempo la ha afectado, igual que afecta a las personas. Espero que llegue un simple mensaje que me diga: ¿Quieres que hagamos algo? Ese mensaje que nunca llega. Sí, en esos instantes te das cuenta de que tu popularidad es muy elevada… Vamos, que soy un antisocial. Esperas sentado, con el móvil al lado, mirando esa pared sin nada que hacer. Tus ojos se cierran por el sueño y las lentillas te torturan. Empiezo a ver borroso pero aguanto, aguanto con la esperanza de creer que alguien me dirá algo. No llega ni uno, ni llegará, pero yo sigo esperando. ¿Por qué sigo esperando? Está claro que nadie va a quedar conmigo, la gente tiene mejores cosas que hacer. Creí que  este verano sería diferente a los demás pero está resultando peor que los anteriores. ¿Por qué razón sigo mirando esa pared? Ah, lo recuerdo, no tengo nada mejor que hacer. El tiempo pasa mirando esa pared. Dos horas, tres, no sé, he perdido la cuenta de tantas que llevo. Quiero comer hasta reventar, hasta olvidarme mi gran popularidad, incluso hasta olvida que existo… Pero no puedo, esos malditos aparatos torturan mi boca y me impiden comer, duele demasiado. En mi cabeza recorren millones de pensamientos a la vez y la colapsan, creo que explota al fin, pero no, solo crea un dolor permanente. ¿Más? ¿No tenía suficiente con los pensamientos que me torturan? Pues no, muy majo mi cerebro. Sonará triste pero es lo más preciado que tengo y lo que más valoro de mí. Estoy arto de estar deprimido y de mirar esta maldita pared, de esta manera no consigo nada. Quizás debería hacerle caso a mi cerebro y de retirarme de esta guerra, quizás ganó mi cerebro a mi corazón hace tiempo. Debo olvidar, que fácil es decirlo… Es imposible hacerlo, lo he intentado como diez veces al largo del día. Bonita la pared, sigue muy verde. Mi cabeza no para de pensar, yo no paro de esperar, mi corazón no para de luchar… Y cuando me doy cuenta toda la arena a caído. Se me ha acabado el tiempo y mi reloj de arena me lo recuerda.