viernes, 17 de abril de 2015

Mi luz es tu luz.

Oigo un susurro, proviene de tu interior. ¿Son tus fantasmas? Quizás. ¿O son tus monstruos? Quizás. No conozco tu interior, es un lugar extraño, tengo miedo de que la propia luz que transmite me dañe. Espero que esa luz no te dañe a ti y la confundas con oscuridad. ¿Eres una estrella? Quizás, solo ese brillo puede venir de una estrella. Deseo que no se apague, sería capaz de arriesgar mi ser por esa luz. Arriesgaría mi ser por tu vida. Ardería en el infierno por mantener ese brillo incandescente, quemaría mi propio interior para alimentar esa luz que desprendes. ¿No logras verla? Mira bien, está ahí, oculta entre tus miedos. ¿Me preguntas por qué? Es obvio, los miedos tienen miedo de que esa luz los destruya. Que irónico, ¿no? Los miedos teniendo miedo. ¿Ves de lo que eres capaz? Has conseguido que tus propios temores te teman. Quizás las fuerzas te flaqueen, que no puedas ofrecer suficiente combustible a tu interior para alimentar esa luz, pero yo te ofrezco la mía. ¿Qué dónde está mi fuerza? No existe pero por ti la generaba, por ti exprimía hasta la última gota de mí. Yo no necesito mis fuerzas, no me he rendido pero he regalado mi vida al azar. Realmente, tú eres el azar, no sé a quién estoy dando mis fuerzas pero quiero hacerlo. ¿Has logrado ver tu luz? Es complicado verla cuando te ocultas en la oscuridad, cuando te aferras a los miedos para no ser destruido. Cambia tu punto de vista, utiliza mis ojos. Mi ser es tu ser, haz lo que quieras con él pero utilízalo para tu bien. Si logras brillar más, más que el propio sol, me habrás salvado. ¿Te preguntas por qué? Tienes una luz especial, cuando brillas tu alrededor lo hace también. Quizás no estoy en tu alrededor físicamente pero estoy en tu interior. Ver tu luz me proporciona las fuerzas suficientes para seguir, para avanzar con el tiempo. Correré el riesgo de arder con tu luz, pero vale la pena. Por tu bien arriesgaría mi bien, por tu felicidad viviría sufriendo eternamente. Daría cualquier cosa por ti, incluso mi destrucción. No me importa que mi inexistencia pueda ser un efecto colateral de tu felicidad, de tu luz, de tu magia. ¿Te sorprendes? Tu propia luz es magia, todo tu ser es magia, eres algo sobrenatural. No puedo dejar que una perfecta anomalía como tú desaparezca de este mundo. Eres lo único que hace que este mundo valga la pena. Eres un mundo que mantiene vivo a otro mundo. ¿Qué digo? No eres un mundo, eres una galaxia entera. ¿Aceptas unirte a mi galaxia? Solo busco crear un universo y tu luz es necesaria para su existencia. ¿Sin tu luz quién dará la energía suficiente para crear el Big Bang que genere ese universo, para expandirlo? Por favor, genera un universo conmigo en la infinidad de tus ojos brillantes por tus galaxias. No importa si se vuelve tu universo si en ese universo no existe la tristeza. Me conformo con visitarlo al mirar tus ojos, los únicos órganos capaces de transmitir la verdad más oculta de tu ser. Si en ellos logro ver la felicidad te puedo asegurar por lo que más quieras que mi cuerpo se inundará de esa felicidad. Mi pequeña luz, sonríe siempre porque tu sonrisa es puro arte, ese tipo de arte que te llega al corazón y te lo inunda de amor y felicidad. Algún día, pequeña luz, llegarás a ser más grande que las estrellas. No te rindas porque tu brillo vale oro y perderlo sería la destrucción de nuestro mundo, no en el que vivimos sino el que formaremos en nuestros ojos.


PD: Este texto, la entrada número 50, os la quiero dedicar a todos vosotros. Quiero que recordéis que todos tenemos nuestra luz y no debemos dejarla apagarse. Puede que la oscuridad intente apagarla pero sin luz no existe oscuridad y viceversa. Si algún día no lográis verla quiero que leáis este texto y recordéis que está ahí dentro, oculta entre vuestros miedos sobreviviendo como nosotros. Seré vuestra luz, igual que vosotros sois la mía. Y sobre todo sonreíd, sed felices, vivid y disfrutad todo lo que podáis. Lo creáis o no, os quiero.

Perdido, C.

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