Podía ver su mirada perdida, su
propia pupila le traicionaba mostrando su propio interior. Podía ver el miedo
que sentía, que le torturaba y destruía su interior. Podía ver el fuego que lo
consumía reflejado en sus ojos, en sus pupilas muertas. Podía notar su corazón
acelerada y que le faltaba la respiración. Podía ver como se ahogaba en su
propio ser, como el aire no llegaba a sus pulmones haciéndolo retorcerse en el
suelo. Podía ver como la oscuridad lo alejaba de la vida. Sus ojos lloraban
sangre que reflejaban su muerte interior, que solo quedaban restos. Su interior
ahora eran ruinas de lo que un día llegó a ser. Su cuerpo era hielo igual que
sus sentimientos, si los tenía. Podía ver la frialdad en su mirada, la frialdad
que alejaba a todo el mundo de su lado. Creía ser fuerte pero no lo era, podía
ver su dolor y el destrozo que le había causado. Simplemente era duro, duro con
el resto del mundo para no recibir más dolor que lograra ganarle la batalla.
Podía ver sus miedos, como temía convertirse en algo que no quería ser. No
quería hacer daño a nadie, solo quería que todo acabara. Él creía que lo mejor
era alejar al resto de él, temía que la onda expansiva que lo destruiría del
todo podía arrasar con su alrededor. No quería eso, no quería destrozar su
alrededor, no quería hacer daño a la gente que quería. Actuaba distante, frío,
para que nadie se encariñara a él, no quería hacerles daño cuando despareciera.
Sí, lo haría, desaparecería. Hacía tiempo que lo pensaba, lo podía ver en sus
ojos, quería irse lejos y acabar con todo. Huir. En su frente había escrita una
palabra: “Roto”. Hacía lo mejor para
ocultarlo y lo lograba, eso o lo ignoraban. Siempre había pensado que nadie le
había prestado atención, que nadie tenía interés en él, que era sustituible,
que era innecesario. Podía ver el odio que lo llenaba, que lo mataba. Podía ver
que se sentía feo externamente e internamente. Tenía esperanzas de ser salvado
y que todo acabara pronto pero también lo temía. Su corazón en reconstrucción
aún latía como podía, descontroladamente. Su silencio pedía a gritos la
salvación. Todo eso lo podía ver en su propio reflejo.
Bienvenidos al destrozo, donde el hielo quema y el fuego consume. Cuidado, no te ahogues en mi propia oscuridad. Pequeña estrella, si lees esto, ilumina mi ser y destruye mis miedos.
domingo, 29 de marzo de 2015
jueves, 26 de marzo de 2015
Luz.
La luz tocaba mis párpados como una caricia.
Poco a poco abrí los ojos en aquella oscuridad que me consumía. Los rayos de
luz impactaban en mis pupilas quemándolas. Los volví a cerrar. Hacía mucho
tiempo que no veía luz, hacía mucho tiempo que no veía nada. Los abrí de nuevo.
La oscuridad aún me rodeaba y me quemaba dejándome sin piel porque en el
interior ya no quedaba nada que destruir. Era fuego y hielo en oscuridad, ardía
mi interior y helaba mi exterior. Frialdad y odio unida en un mismo cuerpo
preparada para arrasar contra él y contra el resto. Aquella luz seguía ahí
quemando mis pupilas, atravesando mi interior. Solo era un simple punto en el
horizonte quizás imposible de alcanzar jamás. Por alguna extraña razón deseo
que no desaparezca, que siga ahí, que me salve. Qué tonterías, nadie podría
salvarme ya que salvarme es tocar mi interior y mi interior es un agujero negro
que arrasa con todo, que arrasa conmigo. Quizás esa es la razón por lo que cerré
mi interior bajo llave… Para que nadie llegara a él y se destruyera como efecto
colateral. Si llegas a él es porque te quiero pero no quiero destruir a alguien
a quien quiero. ¿Qué irónico verdad? Nunca podré amar a alguien de verdad por
miedo a consumirle en mi propio fuego. Abrir mi interior sería arriesgarme a
perderme, a perderos… Tengo miedo, miedo de destruirme del todo, de que llegue
el final. Quizás por eso me mantengo cerrado al exterior, si el exterior no
alcanza mi interior jamás podrá ser destruido.
Una chispa de esperanza se encendió
en mi interior, en mi corazón muerto. Quiero alcanzar esa luz que me devuelva la
vida que fue robada por aquella oscuridad. Es lejana, quizás imposible… Pero
quiero. Una sonrisa recorrió mi cara consumida por aquella oscuridad. Algo
comenzó a brillar con intensidad, más fuerte que la propia luz que me daba
esperanzas. ¿Qué era aquella luz? ¿Era mi propia luz? Mi propia luz… Hacía tiempo
que se había apagado dejándome solo en este oscuro lugar, en los miedos que me
ahogaban.
La luz del horizonte parpadeó. Mi
corazón muerto bombeó mi negra sangre más rápido que nunca. Lágrimas luchaban
por salir en mis ojos. Mi propia luz se apagó poco a poco. Se había ido, todo
lo que necesitaba se había ido. Volvía a estar en aquella oscuridad infinita.
La luz volvió pero estaba diferente, había crecido. Dos lágrimas cayeron de mis
apagados ojos e impactaron en el suelo volviéndose luz. Cerré los ojos, tanta
luz los dañaba. Tenía miedo de abrirlos y no encontrar nada, de volver a estar
solo en aquel profundo miedo que no me dejaba ver. Luché contra él y los abrí.
La luz invadió mis ojos, impactó en ellos como las olas del mar impactan en las
rocas. Casi no quedaba oscuridad, aquel pequeño punto de luz se había expandido
llegando a mi propio ser. Por un momento mis miedos se fueron, pero regresaron
como siempre lo hacen recordándome que la oscuridad se ocultaba alerta en mi interior
preparada para volver y destruirme del todo.
"La oscuridad no puede expulsar a la oscuridad; solo la luz puede hacerlo. El odio no puede expulsar el odio; solo el amor puede hacerlo."
sábado, 21 de marzo de 2015
IV - Fui vida.
A la luna aullaba
Gritándole a los cuatro vientos
El temor que me ahogaba
Y me quemaba el interior.
Las olas del mar todo lo arrasaban
Como mi fuego lo hizo conmigo
Dejándolo todo en cenizas
Que volando se fueron.
Las ráfagas de aire cortaban mi
cuerpo
Destrozado y magullado después de tu
perdida.
Los relámpagos rompían el cielo
Y me anunciaban que se acercaba mi caída.
Fui vida de lo que ahora solo queda
muerte,
Fui un fuerte árbol ahora marchito,
Fui fuego y ahora solo soy aire
Que por las calles avanza perdido.
Fui y no sé si llegaré a ser.
Volver o perder.
Avanzar o caer.
Poder.
Recuerdo de lo perdido, C.
martes, 17 de marzo de 2015
III - La destrucción.
El fuego
resurgía de las cenizas
Que había
dejado el amor.
Mi interior
ardía con todas sus fuerzas
Y me asfixiaba
el temor.
El odio
recorría todas mis venas,
Recorría todo
mi ser.
Mis pupilas muertas
Seguían sin
poder ver.
Mi cuello
colgaba de aquella cuerda
Que
me presionaba y me ahogaba
Recordando
la pérdida
De
aquel tiempo que ya no quedaba.
El
odio se acumulaba en mi interior
Rompiéndolo
todo en fragmentos,
Rasgándolo
todo sin pudor
Con
la fuerza de trescientos.
Buscaba
una salida
Que
yo no le permitía encontrar,
Quería
una nueva vida
Que
yo no podía lograr.
Y
aquel cúmulo de odio
Explotó
mi interior
Cavando
mi propio hoyo,
Arrasando
con mi alrededor.
Me
destruí,
Los
destruí,
Me perdí,
Los
perdí.
Recuerdo de lo perdido, C.
lunes, 16 de marzo de 2015
II - Campo de batalla.
Millones de agujas se clavaban en mi
mente
Como lo hicieron en mi corazón
anteriormente.
La libertad lograba observar
Pero nunca la llegué a
alcanzar.
Las alas que un día me dieron vida
Ahora se morían y las perdía,
Las perdía como yo hice un día
Que no logro recordar cuál.
Y mientras yo por aquel bosque huía,
Aquellos monstruos me perseguían.
Desde la oscuridad que me absorbía.
El tiempo avanzaba incontrolable
Más fuerte que cualquier ser
implacable.
Los miedos más hondos resurgían
De algún lugar de mi cabeza que
desconocía.
Esos miedos dormidos
Volvieron a ser vistos,
Estaban en mí ser clavados
Preparados para volver a ser temidos.
Mis fuerzas agotaba,
El tiempo avanza,
Yo me estancaba,
Los miedos me daban caza.
Recuerdo de lo perdido, C.
sábado, 14 de marzo de 2015
I - Memorias de un corazón roto.
Mi corazón moría,
cuando por tu amor ardía.
Y mientras en tus ojos me perdía,
tú me destruías.
Te
fuiste cuando quisiste
y
me alegré cuando volviste.
Pero
tu vuelta era un engaño
porque
solo querías hacerme más daño.
Me
dejaste solo y roto
mientras
me ahogaba en mi propio pozo
y
mientras tú sonreías
yo
me rompía.
Mi
corazón ardía
por
el odio que sentía.
Recuerdo de lo perdido, C.
domingo, 8 de marzo de 2015
El tiempo.
El tiempo avanza, imparable e
implacable contra todo. El tiempo nos consume, igual que nosotros lo consumimos
a él. Luchamos contra el paso del tiempo, buscamos aferrarnos al pasado con la
esperanza de que todo vaya más lento o nos ahogamos en el presente porque el
tiempo avanza más rápido que nuestro propio ser. Deseas que el día pase rápido
para poder aprovechar el poco tiempo libre que te queda al final del día pero
cuando te das cuenta ya no queda, ya no te queda tiempo para vivir. Luchamos
contra algo infinito con nuestra finita fuerza que no es suficiente para
pararlo.
La rutina nos consume el tiempo, pero
no podemos escapar de ella. ¿Quién puede romper con la rutina si no te deja
tiempo para ello? Queremos hacerlo con todas nuestras fuerzas, pero a veces
querer no es poder. Para romper con la rutina tenemos que dejar las
obligaciones de lado pero ¿quién puede hacerlo? ¿Quién puede dejar de lado algo
que deberías hacer?
Queremos ganar tiempo pero no
podemos. Queremos vivir pero no nos dejan.
Nuestra vida se resume en algo tan sencillo
como el tiempo. La vida es el tiempo que transcurre hasta la muerte. Perdemos
el tiempo y la vida. Quizás deberíamos luchar por él, por el tiempo, por
nuestro tiempo. Quizás deberíamos vivirlo y no dejarlo pasar. Quizás…
Suscribirse a:
Entradas (Atom)