domingo, 29 de marzo de 2015

Su reflejo.

Podía ver su mirada perdida, su propia pupila le traicionaba mostrando su propio interior. Podía ver el miedo que sentía, que le torturaba y destruía su interior. Podía ver el fuego que lo consumía reflejado en sus ojos, en sus pupilas muertas. Podía notar su corazón acelerada y que le faltaba la respiración. Podía ver como se ahogaba en su propio ser, como el aire no llegaba a sus pulmones haciéndolo retorcerse en el suelo. Podía ver como la oscuridad lo alejaba de la vida. Sus ojos lloraban sangre que reflejaban su muerte interior, que solo quedaban restos. Su interior ahora eran ruinas de lo que un día llegó a ser. Su cuerpo era hielo igual que sus sentimientos, si los tenía. Podía ver la frialdad en su mirada, la frialdad que alejaba a todo el mundo de su lado. Creía ser fuerte pero no lo era, podía ver su dolor y el destrozo que le había causado. Simplemente era duro, duro con el resto del mundo para no recibir más dolor que lograra ganarle la batalla. Podía ver sus miedos, como temía convertirse en algo que no quería ser. No quería hacer daño a nadie, solo quería que todo acabara. Él creía que lo mejor era alejar al resto de él, temía que la onda expansiva que lo destruiría del todo podía arrasar con su alrededor. No quería eso, no quería destrozar su alrededor, no quería hacer daño a la gente que quería. Actuaba distante, frío, para que nadie se encariñara a él, no quería hacerles daño cuando despareciera. Sí, lo haría, desaparecería. Hacía tiempo que lo pensaba, lo podía ver en sus ojos, quería irse lejos y acabar con todo. Huir. En su frente había escrita una palabra: “Roto”. Hacía lo mejor para ocultarlo y lo lograba, eso o lo ignoraban. Siempre había pensado que nadie le había prestado atención, que nadie tenía interés en él, que era sustituible, que era innecesario. Podía ver el odio que lo llenaba, que lo mataba. Podía ver que se sentía feo externamente e internamente. Tenía esperanzas de ser salvado y que todo acabara pronto pero también lo temía. Su corazón en reconstrucción aún latía como podía, descontroladamente. Su silencio pedía a gritos la salvación. Todo eso lo podía ver en su propio reflejo.

jueves, 26 de marzo de 2015

Luz.

La luz tocaba mis párpados como una caricia. Poco a poco abrí los ojos en aquella oscuridad que me consumía. Los rayos de luz impactaban en mis pupilas quemándolas. Los volví a cerrar. Hacía mucho tiempo que no veía luz, hacía mucho tiempo que no veía nada. Los abrí de nuevo. La oscuridad aún me rodeaba y me quemaba dejándome sin piel porque en el interior ya no quedaba nada que destruir. Era fuego y hielo en oscuridad, ardía mi interior y helaba mi exterior. Frialdad y odio unida en un mismo cuerpo preparada para arrasar contra él y contra el resto. Aquella luz seguía ahí quemando mis pupilas, atravesando mi interior. Solo era un simple punto en el horizonte quizás imposible de alcanzar jamás. Por alguna extraña razón deseo que no desaparezca, que siga ahí, que me salve. Qué tonterías, nadie podría salvarme ya que salvarme es tocar mi interior y mi interior es un agujero negro que arrasa con todo, que arrasa conmigo. Quizás esa es la razón por lo que cerré mi interior bajo llave… Para que nadie llegara a él y se destruyera como efecto colateral. Si llegas a él es porque te quiero pero no quiero destruir a alguien a quien quiero. ¿Qué irónico verdad? Nunca podré amar a alguien de verdad por miedo a consumirle en mi propio fuego. Abrir mi interior sería arriesgarme a perderme, a perderos… Tengo miedo, miedo de destruirme del todo, de que llegue el final. Quizás por eso me mantengo cerrado al exterior, si el exterior no alcanza mi interior jamás podrá ser destruido.
Una chispa de esperanza se encendió en mi interior, en mi corazón muerto. Quiero alcanzar esa luz que me devuelva la vida que fue robada por aquella oscuridad. Es lejana, quizás imposible… Pero quiero. Una sonrisa recorrió mi cara consumida por aquella oscuridad. Algo comenzó a brillar con intensidad, más fuerte que la propia luz que me daba esperanzas. ¿Qué era aquella luz? ¿Era mi propia luz? Mi propia luz… Hacía tiempo que se había apagado dejándome solo en este oscuro lugar, en los miedos que me ahogaban.

La luz del horizonte parpadeó. Mi corazón muerto bombeó mi negra sangre más rápido que nunca. Lágrimas luchaban por salir en mis ojos. Mi propia luz se apagó poco a poco. Se había ido, todo lo que necesitaba se había ido. Volvía a estar en aquella oscuridad infinita. La luz volvió pero estaba diferente, había crecido. Dos lágrimas cayeron de mis apagados ojos e impactaron en el suelo volviéndose luz. Cerré los ojos, tanta luz los dañaba. Tenía miedo de abrirlos y no encontrar nada, de volver a estar solo en aquel profundo miedo que no me dejaba ver. Luché contra él y los abrí. La luz invadió mis ojos, impactó en ellos como las olas del mar impactan en las rocas. Casi no quedaba oscuridad, aquel pequeño punto de luz se había expandido llegando a mi propio ser. Por un momento mis miedos se fueron, pero regresaron como siempre lo hacen recordándome que la oscuridad se ocultaba alerta en mi interior preparada para volver y destruirme del todo.


"La oscuridad no puede expulsar a la oscuridad; solo la luz puede hacerlo. El odio no puede expulsar el odio; solo el amor puede hacerlo."

sábado, 21 de marzo de 2015

IV - Fui vida.

A la luna aullaba
Gritándole a los cuatro vientos
El temor que me ahogaba
Y me quemaba el interior.
Las olas del mar todo lo arrasaban
Como mi fuego lo hizo conmigo
Dejándolo todo en cenizas
Que volando se fueron.
Las ráfagas de aire cortaban mi cuerpo
Destrozado y magullado después de tu perdida.
Los relámpagos rompían el cielo
Y me anunciaban que se acercaba mi caída.
Fui vida de lo que ahora solo queda muerte,
Fui un fuerte árbol ahora marchito,
Fui fuego y ahora solo soy aire
Que por las calles avanza perdido.
Fui y no sé si llegaré a ser.
Volver o perder.
Avanzar o caer.
Poder.

Recuerdo de lo perdido, C.

martes, 17 de marzo de 2015

III - La destrucción.

El fuego resurgía de las cenizas
Que había dejado el amor.
Mi interior ardía con todas sus fuerzas
Y me asfixiaba el temor.
El odio recorría todas mis venas,
Recorría todo mi ser.
Mis pupilas muertas
Seguían sin poder ver.
Mi cuello colgaba de aquella cuerda
Que me presionaba y me ahogaba
Recordando la pérdida
De aquel tiempo que ya no quedaba.
El odio se acumulaba en mi interior
Rompiéndolo todo en fragmentos,
Rasgándolo todo sin pudor
Con  la fuerza de trescientos.
Buscaba una salida
Que yo no le permitía encontrar,
Quería una nueva vida
Que yo no podía lograr.
Y aquel cúmulo de odio
Explotó mi interior
Cavando mi propio hoyo,
Arrasando con mi alrededor.
Me destruí,
Los destruí,
Me perdí,
Los perdí.

Recuerdo de lo perdido, C.

lunes, 16 de marzo de 2015

II - Campo de batalla.

Millones de agujas se clavaban en mi mente
Como lo hicieron en mi corazón anteriormente.
La libertad lograba observar
Pero nunca la llegué a alcanzar.                                                                       
Las alas que un día me dieron vida
Ahora se morían y las perdía,
Las perdía como yo hice un día
Que no logro recordar cuál.
Y mientras yo por aquel bosque huía,
Aquellos monstruos me perseguían.
Desde la oscuridad que me absorbía.
El tiempo avanzaba incontrolable
Más fuerte que cualquier ser implacable.
Los miedos más hondos resurgían
De algún lugar de mi cabeza que desconocía.
Esos miedos dormidos
Volvieron a ser vistos,
Estaban en mí ser clavados
Preparados para volver a ser temidos.
Mis fuerzas agotaba,
El tiempo avanza,
Yo me estancaba,
Los miedos me daban caza.

Recuerdo de lo perdido, C.

sábado, 14 de marzo de 2015

I - Memorias de un corazón roto.

Mi corazón moría,
cuando por tu amor ardía.
Y mientras en tus ojos me perdía,
tú me destruías.

Te fuiste cuando quisiste
y me alegré cuando volviste.
Pero tu vuelta era un engaño
porque solo querías hacerme más daño.

Me dejaste solo y roto
mientras me ahogaba en mi propio pozo
y mientras tú sonreías
yo me rompía.

Mi corazón ardía
por el odio que sentía.

Recuerdo de lo perdido, C.

domingo, 8 de marzo de 2015

El tiempo.

El tiempo avanza, imparable e implacable contra todo. El tiempo nos consume, igual que nosotros lo consumimos a él. Luchamos contra el paso del tiempo, buscamos aferrarnos al pasado con la esperanza de que todo vaya más lento o nos ahogamos en el presente porque el tiempo avanza más rápido que nuestro propio ser. Deseas que el día pase rápido para poder aprovechar el poco tiempo libre que te queda al final del día pero cuando te das cuenta ya no queda, ya no te queda tiempo para vivir. Luchamos contra algo infinito con nuestra finita fuerza que no es suficiente para pararlo.
La rutina nos consume el tiempo, pero no podemos escapar de ella. ¿Quién puede romper con la rutina si no te deja tiempo para ello? Queremos hacerlo con todas nuestras fuerzas, pero a veces querer no es poder. Para romper con la rutina tenemos que dejar las obligaciones de lado pero ¿quién puede hacerlo? ¿Quién puede dejar de lado algo que deberías hacer?

Queremos ganar tiempo pero no podemos. Queremos vivir pero no nos dejan.

Nuestra vida se resume en algo tan sencillo como el tiempo. La vida es el tiempo que transcurre hasta la muerte. Perdemos el tiempo y la vida. Quizás deberíamos luchar por él, por el tiempo, por nuestro tiempo. Quizás deberíamos vivirlo y no dejarlo pasar. Quizás…