Podía ver su mirada perdida, su
propia pupila le traicionaba mostrando su propio interior. Podía ver el miedo
que sentía, que le torturaba y destruía su interior. Podía ver el fuego que lo
consumía reflejado en sus ojos, en sus pupilas muertas. Podía notar su corazón
acelerada y que le faltaba la respiración. Podía ver como se ahogaba en su
propio ser, como el aire no llegaba a sus pulmones haciéndolo retorcerse en el
suelo. Podía ver como la oscuridad lo alejaba de la vida. Sus ojos lloraban
sangre que reflejaban su muerte interior, que solo quedaban restos. Su interior
ahora eran ruinas de lo que un día llegó a ser. Su cuerpo era hielo igual que
sus sentimientos, si los tenía. Podía ver la frialdad en su mirada, la frialdad
que alejaba a todo el mundo de su lado. Creía ser fuerte pero no lo era, podía
ver su dolor y el destrozo que le había causado. Simplemente era duro, duro con
el resto del mundo para no recibir más dolor que lograra ganarle la batalla.
Podía ver sus miedos, como temía convertirse en algo que no quería ser. No
quería hacer daño a nadie, solo quería que todo acabara. Él creía que lo mejor
era alejar al resto de él, temía que la onda expansiva que lo destruiría del
todo podía arrasar con su alrededor. No quería eso, no quería destrozar su
alrededor, no quería hacer daño a la gente que quería. Actuaba distante, frío,
para que nadie se encariñara a él, no quería hacerles daño cuando despareciera.
Sí, lo haría, desaparecería. Hacía tiempo que lo pensaba, lo podía ver en sus
ojos, quería irse lejos y acabar con todo. Huir. En su frente había escrita una
palabra: “Roto”. Hacía lo mejor para
ocultarlo y lo lograba, eso o lo ignoraban. Siempre había pensado que nadie le
había prestado atención, que nadie tenía interés en él, que era sustituible,
que era innecesario. Podía ver el odio que lo llenaba, que lo mataba. Podía ver
que se sentía feo externamente e internamente. Tenía esperanzas de ser salvado
y que todo acabara pronto pero también lo temía. Su corazón en reconstrucción
aún latía como podía, descontroladamente. Su silencio pedía a gritos la
salvación. Todo eso lo podía ver en su propio reflejo.
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