domingo, 15 de junio de 2014

Imaginación, sueños, mentiras.

Imaginación. Al cabo del día imagino millones de cosas. Me gusta, me gusta imaginar. Imaginando puedo ver cosas que sucederían si fuera diferente, si actuara diferente, si hiciese unas cosas en vez de otras, si hiciera lo que pensara y no lo hago por miedo. Mi va es completamente diferente en mi imaginación, es como me gustaría que fuera. Pero como todo, también tienes sus cosas malas. A veces imagino cosas que quiero que sucedan, cosas que quiero con todas mis fuerzas, pero sé que nunca sucederán. Y me duele. Me duele mucho. Cuando me estoy duchando imagino y pienso en un montón de cosas, y a veces me torturo con ellos, con esos pensamientos, con esos sueños imposibles. Hoy… Hoy también he imaginado. Sonreía mientras lo hacía, hasta que me di cuenta que solo eran sueños, mentiras. Perdí esa sonrisa, esa sonrisa feliz que he mantenido todo el día gracias a ella. ¿Casualidad que también fue ella quien me la quitó? No, no fue ella, fue mi cabeza. Mi cabeza siempre ha sido lo que más he querido, mi cerebro… Siempre le he tenido aprecio. Creo que tiene envidia, por eso me hace eso. Envidia de que ahora lo que más quiero es a ella. La utiliza, la utiliza a ella en mi imaginación, me hace daño haciéndose pasar por ella, mi cabeza quiere que la odie. A veces lo consigue, otras hace que la quiera más aún. La semana pasada lo consiguió, consiguió que la odiara. Esa es la razón por la que estuve tan borde, tan borde con el mundo, con ella… Estaba enfadado con ella… No, en realidad estaba enfadado conmigo mismo y lo pagué con ella. Hoy en la ducha también estaba imaginando… Estábamos ella y yo, en su casa, sentados en su sofá viendo una peli… Algo muy típico con ella pero algo cambiaba, sucedía algo que me hacía feliz y me dolía a la vez. Algo de lo que no quiero hablar ahora, ni con nadie. Estaba feliz, soñaba, estaba con ella y solo con ella, algo que quiero desde hace mucho. Y entonces desperté. Desperté de ese sueño, de esa imagen grabada en mi cabeza. Volví a la realidad, esa realidad en la que ella y yo no estamos juntos. Duele. Duele mucho. Toda mi vida he admirado mi inteligencia y mucha gente sentía envidia de ella pero ahora me he dado cuenta de algo, que soy tonto. Y nadie quiere a un tonto.

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