viernes, 4 de julio de 2014

Ave Fénix.

Ardo. Mis pensamientos queman. Poco a poco el odio recorre mi cuerpo, y escuece. ¿Tristeza? Si, está ahí, debajo de mi piel, presionando mi cuerpo, presionando mi mente, destruyéndome trozo a trozo. Su sonrisa me calma, pero no es suficiente agua para apagar todo lo que me quema por dentro. Quizás sus ojos, o un simple abrazo conseguiría apagar el fuego que me consume, o quizás ardería con más fuerza. Tampoco lo sabré, no tengo ese honor, ni tiempo. He conseguido tener bajo control mi incendio pero he perdido el control completamente, ahora arde con demasiada intensidad y con él, ardo yo. Hay una pequeña rendija por la que poder escapar, pero ya no quiero escapar, quiero arder, consumirme. Deseo desaparecer y caer en el olvido, como si nunca hubiese existido, no sería difícil, ya hay gente que me ha olvidado y hace dos días estaba junto a ellos así que por tres personas más que quedan no pasaría nada… Qué pena que sea imposible. Quizás después de consumirme en el fuego… No, se me olvidaba que nunca tenemos lo que queremos. Lo que más quiero es… imposible. Es mi llama interior, la que me da la vida pero a la vez la muerte. Cuando me doy cuenta mis dedos se están consumiendo, mi corazón deja de latir y mi mente de pensar. Todo se vuelve cenizas, desde mi cuerpo hasta mi mente y mis sentimientos. Sólo espero renacer de mis cenizas, o al menos de lo que quedan de ellas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario