Un eco sonaba en lo más profundo de
mi mente: “Estás solo”. Esa frase me torturaba día y noche hasta que llego ese
pequeño susurro. Sonaba después del eco, flojito y a veces imperceptible, pero
ahí estaba. “No estás solo” decía aquel susurro. ¿De dónde provenía? Poco a
poco aquel susurro sonaba más fuerte. Aquel susurro eras tú. Tú eras el pequeño
susurro que me acompañaba día y noche, sin excepción, después de que sonara el
eco. Poco a poco ganabas al eco y conseguiste que empezara a creerlo aunque
sonabas distante, lo estabas. Fuiste el faro que iluminó mi camino cuando más
oscuro estaba y mi compañera de batallas. Conseguías levantar las ruinas que me
habían enterrado y juntar los pedazos rotos de mi ser. De ser un simple susurro
pasaste a ser tanto… Llegaste a lo más hondo de mi ser, donde nunca nadie había
llegado, en muy poco tiempo. Pero no te confíes, todavía hay más dentro de mí,
no lo has visto todo. ¿Cómo un simple susurro había logrado tanto? ¿Cómo sin
estar a mi lado físicamente lo estabas tanto psicológicamente? Poco a poco logré
ponerle cara a ese susurro y más tarde un cuerpo. Logré tenerte delante,
dejaste de ser un susurro distante a un grito muy próximo. No voy a mentir,
temía a ese susurro tanto como lo quería. Era desconocido, era algo nuevo… Me
pongo a pensar y me doy cuenta de que sin ti ya habría caído, de que eres quien
me ha agarrado siempre cuando estaba al borde del precipicio. Fuiste lo único
que consiguió levantarme después del derrumbe que provocó ella. No puedo
negarlo, conocerte ha sido una de las mejores cosas que he hecho. Temo que ese
susurro se apague y no suene más, pero tengo esperanzas en que eso no ocurrirá
jamás. Espero que tú me escuches tanto como yo a ti, en tu pequeña cabeza, animándote.
Recuérdalo: “No estás sola”. Eres el susurro que me hace seguir, aunque un
susurro un tanto peculiar, un susurro a veces cortante y distante y otras veces
cercano y lleno de amor. Me da igual el susurro que seas porque no quiero a uno
de los susurros, quiero a los dos, quiero a EL SUSURRO. Sé que a veces
soy muy distante o my borde pero quieres que recuerdes que incluso en esos
momentos te quiero y necesito que ese susurro siga sonando, que no se vaya. Nos
hemos visto poco cara a cara pero ¿quién necesito el contacto físico? Temo que
ese susurro llegue un día a mi mente y la invada o se asuste al ver que hay
dentro, siento tener una barrera inexpugnable pero lo agradecerías de conocer
lo de dentro. Creo que no hay nada más que decir… Y siento si ahora sentís
envidia de no tener un susurro tan genial como ella pero no os preocupéis,
algún día llegará, incluso podemos compartir susurro.
Gracias M.
Gracias por llegar a mi vida como lo
has hecho.
Gracias por ser tan genial.
Gracias por seguir de pie día a día,
gracias por mantenerme de pie.
Gracias por existir, gracias por
encontrarme, gracias por ser tú.
Te quiere, C.
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