jueves, 11 de septiembre de 2014

En blanco.

Miro fijamente el papel en blanco. Está tan limpio… Cosa que no debería estarlo. No debería estar blanco, pero lo está. Esta hoja debería de estar escrita, colorida, llena de ideas descabelladas, llena de pensamientos extraños de mi cabeza… Pero está vacía. Ese es el problema, mi cabeza. Lo que más deseaba era despejarla, que se callara de una vez, que aquella voz distante pero tan cercana se fuera lejos, desapareciera. Y eso hizo, desapareció, y con ella todos mis pensamientos. Mi cabeza está en blanco, como el papel. He conseguido lo que quería y ahora me doy cuenta de que era mejor tenerla en plena actividad, aunque aquella voz siguiera ahí. Ella desapareció de mi cabeza, igual que desaparecí yo. Tenía asumido que la había olvidado, o al menos quería creerlo. Lo que un día fueron llamas, ahora solo quedan cenizas. Cenizas… Ascuas mejor dicho. Ascuas que se vuelven a encender cuando viene un ataque de viento descontrolado, y ella es el viento, algo incontrolable. Esa llama interior quema, pero los pensamientos no han vuelto. Quiero pensar que están de vacaciones, de viaje a algún lugar escondido de mi cabeza y que cuando empiece la rutina regresarán. Con mis pensamientos se fueron mis ideas descabelladas, mi imaginación descontrolada, mi inspiración. Mi inspiración… Qué raro se me hace no tenerla. Mi mano desnuda agarra el bolígrafo con mi firmeza y lo acerca a la hoja con el fin de que alguna idea maravillosa aparezca. Escribo cuatro líneas. Acaricio la hoja con delicadeza, la agarro y la arrugo, con todo el odio posible. Ninguna idea es correcta, nada es correcto, nada… ¿Qué es lo correcto? ¿Tengo yo el poder de decidir qué es lo correcto y que no? No… Lo correcto no existe, sólo es una palabra inventada, una palabra que utiliza la gente cuando le gusta algo o ve algo bien. A todos los demás, no les parece correcto. ¿Debería preocuparme tanto por lo correcto y lo incorrecto? Al fin y al cabo, sólo son opiniones. ¿Me duelen las opiniones de los demás? Quizás… Hay tantos “quizás” en mi vida… Dejo de mirar la hoja blanca por un momento, quiero distraerme, pensar en algo diferente, no forzar mi mente. Mi mente… ¿A caso está ahí para poder ser forzada? Cojo mi libreta, una libreta pequeña y oculta detrás de mi cama. En esta libreta se recogen las ideas más locas y descabelladas que se me ocurrieron alguna vez en mi vida y jamás utilicé. La leo, quizás mirarla haga que venga la inspiración. Escribo, arreglo matices de aquellas ideas, aquellas ideas que tengo intención de utilizar alguna vez en mi vida. La cierro y la dejo al lado de la hoja blanca, apartada. Apartada por el momento. Creo que es la hora de empezar mi nuevo proyecto, o quizás no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario