El otro día me
preguntaron qué es el odio, por qué lo siento tan fuerte en el pecho y dejo que
habite en mí. Pequeña, el odio es toda idea que he intentado alcanzar y se ha
quedado en eso, en idea y no realidad. El odio es aquello que te quema el
interior y que habita, en los mejores casos, en las profundidades de tu ser y
solo aparece en momentos puntuales. El odio es todo pensamiento, acto o persona
fallida en tu vida que se queda clavada en un costado, como la espina de un
rosal, y no puedes quitar. ¿Qué digo? El odio es un rosal entero que crece enredado
en tus huesos, clava todas sus espinas por tu cuerpo, se enreda en tus
costillas y deja crecer una rosa de sangre en el corazón, quiera o no el odio
también tiene su belleza. El odio es cada herida y cicatriz que has recibido al
largo de la vida. El odio es todo aquello que nadie quiere pero es inevitable
tener.
Pequeña, no sé si esto
te sirve como definición, ni si crees que sea correcta, pero esa es mi mejor
descripción. ¿Cómo describirías tú a un sentimiento que se representa con
diferente forma en cada persona de manera acorde a todo el mundo? Es imposible.
¿Por qué guardo odio
en mi interior preguntas? El odio es un fuego eterno que te recorre todo el
cuerpo, que sale implacable de la mente, se pasea por tus clavículas,
estrangula el corazón y los pulmones, sigue bailando por tus costillas y salta
en picado hasta tus pies. Vivía en un invierno eterno que me estaba matando, lo
guardo para sobrevivir, mejor morir quemado que por congelación. O puede que
no. Puede que ese odio no lo guarde yo sino que lo genere a base de fracasos
continuos, ideas perdidas, actos o personas fallida y heridas que recibe mi
cuerpo a diario.
En ocasiones creo que
ese odio ni lo guardo ni lo genero, soy yo. Soy un fuego encerrado en un
recipiente capaz de arrasar con todos y todo, incluso conmigo mismo. Soy pura
llama que estrangula almas y enloquece cabezas, y no sé si me he salvado de
ella.
Pero no, yo soy mucho
más que fuego, yo soy más que odio. Puede que viva con él, pero no soy él. Y lo
siento, sé que a veces estallo y parezco la personificación del odio. Sé que a
veces genero tanto fuego que no puedo mantenerlo dentro y sale de mi boca como
llamaradas creando un infierno a mi alrededor. Sé que a veces hasta que no
arraso con algo no paro.
Pero… ¿y tú?
Dime pequeña, ¿no eres
tú también bien conocedora del odio?
C.